Genaro, antes de morir…

 

En el sitio del accidente no había señales de frenos o rayones de llantas saliendo de su elíptica natural


Nuestro texto del jueves pasado sobre la muerte de Genaro Vázquez Rojas provocó un sinnúmero de preguntas a varios lectores que quieren saber cómo el profesor guerrerense cayó en manos de las autoridades.

Como es acostumbrado, nos atenemos a versiones que en su momento recogimos, y pueden ser o no verdaderas. Información oficial –que no quiere decir verdadera—nunca la hubo.

Sin que posteriormente se haya confirmado, Genarito, hijo de Genaro, estaba en manos de la temible DFS. Se pretendía intercambio del infante por el guerrillero. Para reforzar la negociación, Conchita, la esposa, fue apresada una semana antes del accidente en Morelia.

Para calentar la fatídica fecha del 2 de febrero de 1972, apareció una fotografía en un diario a todo color, Genaro y un hermano del brazo de sendas damas en un patio florido en la ciudad de Cuernavaca. El periódico nunca informó cómo obtuvo la postal de una pareja que se suponía andaba a salto de mata. Sin embargo, se supo que la Secretaría de Gobernación pidió (y pagó) la publicación.

Con esta versión se dio por hecho que Genaro había sido capturado y que su vida dependería de la generosidad de sus captores. Al no presentarlo ante las autoridades judiciales, se tuvo la certeza de una condena a muerte.

Ese 2 de febrero de 1972, en trascendido semioficial, viajaba Genaro rumbo a Morelia camino a Tierra Caliente, en el sur michoacano, acompañado por las dos mujeres de la foto, nunca identificadas, y por otras personas.

Al llegar a la última curva de la carretera antes de arribar a la antigua Valladolid, se supone que perdió el control y sin frenar ni intentar ninguna maniobra, se estrelló casi de frente contra el puente. En el sitio del accidente no había señales de frenos o rayones de llantas saliendo de su elíptica natural.

Para destacar: el vehículo presentaba una compresión de la esquina derecha de la cajuela y la punta izquierda del motor, la llanta respectiva no sufrió daños, vaya, ni siquiera se desinfló ni perdió el tapón que la adornaba.

Nadie protestó por la oscuridad con que se manejó el accidente, no hubo marchas, carteles ni homenajes públicos. Un triunfo para el gobierno que tras encarcelar a los principales colaboradores del rebelde, los negoció a cambio de un secuestrado.

Salieron a Cuba, donde se integraron a los planes de educación. El mejor grupo de asilados jamás recibido, a decir de los propios cubanos.