Guevara Niebla, la joya

 

Guevara Niebla, además de haber participado en la elaboración de la Reforma Educativa como fue aprobada, ha sido el adalid en su defensa


Muy ilustrativo un comentario de Alberto García, asesor en la Cámara de Diputados, exponiendo la valía del maestro Gilberto Guevara Niebla como subsecretario de Educación, cargo que ya había ejercido en el gabinete de Carlos Salinas de Gortari. Y para el que fue mencionado por Andrés Manuel López Obrador.

Curioso nombramiento, por cierto, ya que Guevara Niebla, además de haber participado en la elaboración de la Reforma Educativa como fue aprobada, ha sido el adalid en su defensa. Postura contraria a lo que ha declarado, hasta ahora, el ya presidente electo.

La historia de Gilberto Guevara Niebla nos muestra a un sujeto congruente, en lucha permanente en el terreno de la educación y con una posición crítica de los mentores que han hecho de esa profesión una forma de vida cómoda y redituable.

Fue dirigente destacado durante el Movimiento Estudiantil Popular de 1968, sufrió cárcel y posteriormente el exilio, de donde regresó al país para proseguir con su vocación magisterial. Creó una publicación donde se analizaban perspectivas de la educación en México, obra de consulta indispensable que, como todo análisis serio, tuvo vida efímera.

Asegura Alberto García que su inclusión en el gabinete de AMLO es uno de los pocos aciertos registrados hasta ahora, “como lo fue en su momento la decisión del Senado de la República de colocarlo en la Junta de Gobierno del INEE (Instituto Nacional de Evaluación de la Educación).

Cita, de su libro Poder para el maestro; poder para la escuela: “Sólo quienes tengan vocación, voluntad y competencia para enseñar pueden seguir en el aula.

Los que no cumplan estos requisitos no pueden –no deben– seguir enseñando.

Parece ser una regla draconiana. Lo es. Lo que sustenta esta regla es la superioridad ética del derecho a la educación de los niños. Es decir, no es moralmente aceptable que otro derecho se coloque por encima del derecho de los infantes”.

Agrega García: expresó lo siguiente de las protestas de quienes ahora, supongo, son aliados del gobierno por venir:

“Se trata de una protesta elemental, sin discurso coherente, con pocas ideas, cargada de emotividad y de acusaciones y consignas llenas de coraje e indignación contra el gobierno… La protesta es una escuela de resentimiento social, sin perspectiva racional alguna”.

Gilberto conoce forma y fondo. En sus manos está la posibilidad de tener al final del camino una reforma realista y necesaria para tener, allí sí, una generación de educandos mejor preparados y listos para niveles superiores.