Historias de guerra…

 

Lo que si vemos es el desquiciamiento mental de Trump, sus delirios  de grandeza y la suma acrítica de sus socios, Francia y Gran Bretaña. ¿El nuevo Eje?


Es una historia repetida, al menos en la forma para abrir las hostilidades contra el régimen al que por diferentes causas consideran enemigo. Es el sello de la casa, el destino manifiesto o la conocida voracidad imperial.

Hablamos, sin mencionarlo, del país del norte que con el actual gobierno recupera la furia de sus tiempos más bélicos, más agresivos, causantes de toda suerte de desgracias para el mundo.

En 1898 un barco, el USS Maine, surto en la bahía de La Habana, explotó. Fue un hecho providencial cuando Cuba luchaba denodadamente por su independencia de  España. Una declaratoria inmediata de guerra y la intervención de tropas gringas sacó del continente al Gobierno ibérico, pero colocó a la isla antillana en dependencia de Washington.

Una especie de protectorado, como Puerto Rico, pronto convertido en burdel, sala de juegos, y vía para la canalización de drogas.

En 1942 y ante la timidez de México para entrarle a los catorrazos, el barco petrolero Potrero del Llano es hundido por un submarino alemán. Suficiente para que el presidente Manuel Ávila Camacho declarase la guerra al Eje y para poner bajo el control de Estados Unidos nuestro oro negro, expropiado por Lázaro Cárdenas.

Es reciente. Sin una aclaración satisfactoria y bajo versiones de autoatentado de organismos de “seguridad interna”, dos aviones derriban las torres gemelas en Nueva York; otro cae en el Pentágono pero se sospecha que se trató de un misil.

Los pilotos que lanzaron las aeronaves contra instalaciones civiles y militares, eran de credo musulmán. Cabe destacar: todos ingresaron al país como estudiantes de escuelas de aeronáutica.

El siguiente paso fue culpar a Saddam Hussein y al ex socio petrolero de George Bush, Bin Laden. Se dijo que tenían terroríficas armas químicas, lo que desmintió un cuerpo de inspectores comisionados por la ONU.

Armado el tinglado y con la cooperación de sus países sirvientes, Bush lanzó la ofensiva contra Irak; nunca encontraron las armas, capturaron al mandatario y lo colgaron en una ejecución que horrorizó al mundo: por el peso de su cuerpo, la cuerda degolló a Hussein.

Nuevamente se acude al expediente de las armas químicas, que nos tragamos porque sólo tenemos la versión de las agencias occidentales y no aceptamos la de científicos rusos que acudieron al sitio de la supuesta masacre de niños. No encontraron evidencia alguna.

Lo que si vemos es el desquiciamiento mental de Trump, sus delirios  de grandeza y la suma acrítica de sus socios, Francia y Gran Bretaña. ¿El nuevo Eje?