Improvisados

 

La improvisación sale cara, los recientes sismos son un ejemplo


A diferencia de la iniciativa privada, en el sector público se desdeñó hace mucho la experiencia como factor para ocupar un puesto, incluidos los más altos. Antes se recorría el escalafón, se transitaban los niveles operativos, y al llegar a una posición de mando se dominaban los secretos más elementales de su ejercicio. Hoy son comunes los casos de altos funcionarios entronizados súbitamente como directores, subsecretarios y secretarios de despacho, diputados y senadores, sin pericia probada para salir airosos en su encomienda. Sobran los ejemplos, están a la vista en los tres niveles de gobierno.

Las administraciones federales panistas dieron el cerrojazo a los residuos de competencia, para abrir espacios a sus correligionarios y paisanos, en esa concepción de propiedad de la administración pública como botín a repartir entre los cuates, con la consigna de si no es ahora cuándo, entonces para qué somos gobierno si no podemos ayudar a los nuestros. Los ciudadanos, paganos de la incompetencia, estamos fuera de este criterio, es nuestra bronca hacernos cargo de los destrozos de los novatos.

La improvisación sale cara. Los recientes sismos son un ejemplo. Sin saber cómo actuar, se refugiaron en la ocurrencia, exhibieron sus deficiencias, perdieron todo pudor. Se anuncia, por ejemplo, la revisión de la ley de construcciones en la CDMX “para garantizar seguridad en las edificaciones”. ¿No debió hacerse antes? ¿Nunca se les ocurrió hasta que los muertos levantaron su trágica voz?

La devastación del sistema educativo es otro amargo caso, y éste es peor, pues hipoteca la viabilidad del país, impensable sin cuadros profesionales y técnicos de excelencia. La próxima administración, sea de cualquier signo, modificará de fondo lo presentado hoy como panacea. Va mi espada en prenda, ya lo vi muchas veces, proyectos “salvadores” se van a la basura para abrir paso a otros novatos. Es muy triste.

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