Invertir en México

 

La gran lección del cambio generacional y unido al panorama internacional actual


Hay semanas que parecen siglos, menos mal que México es el último país de Occidente y el primero de Oriente. ¿Por qué digo esto? Porque lo que nunca supieron los invasores, los conquistadores, los españoles, es que el tiempo siempre juega a favor de los mexicanos.

La historia nos enseña que allá afuera hace frío y que tienen miedo. Sin embargo, nosotros seguimos teniendo una gran ventaja, porque para todos los conquistadores y para la cultura occidental todo lo que puede pasar en el mundo tiene que suceder en su propio tiempo de vida.

Y es que, no son capaces de tener otra dimensión temporal, ni de darse cuenta que las verdaderas culturas donde se forjan los grandes testimonios y patrimonios de la humanidad son los que pueden sobrevivir al paso del tiempo.

Ellos son esclavos del tiempo, nosotros no. Por eso las juventudes, las que ya saben que ya no pueden ir ni a brincar la barda –porque ahora dicen que será un muro– no quieren pagar las consecuencias del pasado. Y lo que tampoco deben hacer es saltar para ser sicarios del narcotráfico, puesto que ya hemos pagado demasiado tributo con el número de muertes que eso ha provocado.

  Sin embargo, lo que ahora sí podemos hacer es dar un salto para cambiar al interior las reglas del juego y aprender una lección que el mundo nos está dando.

En ese sentido, esto que voy a decir va contra mi propia generación, pero si algo nos ha enseñado el mundo en los últimos años es que hay muchos políticos que ya no sirven. Es más, en nuestro país por la experiencia de los gobernantes jóvenes podríamos decir que el problema es de sistema y de generación. A lo que yo añadiría que también es un problema de valores.

Y para todos los que todavía tienen la oportunidad de reconfigurarse, para los dueños de México, para los que pueden forjar otro país, yo les recomendaría dos cosas.

Primero, que piensen en el espectáculo por el que atraviesa el incómodo vecino del norte y se protejan de él.

Y segundo, que se den cuenta que no basta con llegar a ser gobernador con 32 años, o presidente con 46, porque todo eso no sirve si no viene acompañado de una escala de valores y de los límites de aquello que no se puede ni debe hacer.

Si uno se crea en la cultura del robo contra uno mismo, termina muriendo en el propio pantano de corrupción que creó.

Ésa es la gran lección del cambio generacional y unido al panorama internacional actual, más el cambio acelerado de clases y de sistemas políticos, es lo que debe impulsarnos para que México haga lo que siempre ha hecho, es decir, ser creativo, sobrevivir y superar con la fuerza del contrario los problemas de hoy.