¡Japi cumple, dir Kike!

 

El presidente Peña festejará su cumpleaños 51


Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, festejará este jueves 20 de julio su cumpleaños 51, y el país todo se alista para… sus cotidianas labores: buscar en qué emplearse para tener qué comer hoy; enviar a los chamacos a la escuela a desaprender por la baja calidad en la oferta educativa pública; encomendarse a todos los santos, porque la inseguridad que campea en la nación toda no garantiza volver a casa sin haber sido objeto del crimen organizado, de la narcoviolencia, incluso de los cuerpos policiacos que tienen como misión salvaguardar a la ciudadanía…

Pare de sufrir, que Enrique Peña Nieto cumplirá 51 abriles y quizá, como el año pasado (de lanza), comparta en el feis el video donde (babeantes sus gobernados, deseosos de una morona aunque sea) lucirá el pastel y el canto de “Las mañanitas” que sus más íntimos le dedicaron.

¿Cómo olvidar el mensaje del Preciso que acompañaba las inolvidables imágenes: “Así me recibió mi familia a media noche. Me siento agradecido y muy afortunado por estos 50 años de mi vida. Ser padre, contar con esta familia, poder servirle a mi país cada día…

Gracias a la vida por tantas bendiciones y a ustedes por sus buenos deseos”.

Agradecido.

Afortunado. Pleno por servir y servirse del país cada día. Es posible que, frente al televisor –obsequio de la generosa Chayo Robles y su chalán, el excomunista Ramón Sosamontes, cuando pasaron por la Sedesol contra la pobreza extrema–, la famélica población se sume al coro con la esperanza de que tantas bendiciones y buenos deseos la salpique, ya no con una Casa Blanca, sino con lo necesario para la renta; ya no con pastelín, sino con el kilo de tortillas Maseca necesario para acompañar el fideo y los frijolines y una salsa, aunque sea de La Costeña.

Cincuenta y un velitas tendrá el pastel de Kike.

Por cierto, en el santoral reconocido por la Iglesia Católica no aparece San Enrique, pero sí San Elías, profeta; San Apolinar de Rávena; San Aurelio de Cártago; San José Barsabás, el (tia) Justo; San José María Díaz Sanjurjo; Santa María Fu Guilin; Santa Marina de Antioquía de Pisidia; San Pablo de Córdoba; San Pedro Zhou Rixin; San Vulmaro de Boulogne; San Xi Guizi y hasta el beato Bernardo de Hildesheim…

Si los padres del habitante de Los Pinos y la Casa Blanca (obtenida con el sudor, si no de la frente, sí de donde haiga sido como siga sido) no recurrieron al calendario católico para seleccionar el nombre del recién nacido Kike, bien hicieron. ¿Qué tal que eligen el de José Barsabás, y el mero-mero de la nación mexica nos resulta un as de la predicación y la santidad? Dios nos libre, no es costumbre que enraíce entre nosotros los probesy ustedes lo ricardos.

¿Y si le hubieran bautizado como Vulmaro Peña Nieto? Ash, diría algún milenial: es un nombre naco, rancherón, nos exponemos a que Pau Peña dedique un Twitter como el que algún día emitió: “un saludo a toda la bola de pendejos, que forman parte de la prole y sólo critican a quien envidian”.

¿Pedro o Pablo, en lugar de Enrique? Como que no le quedan. Pedro es considerado roca fundacional, y Pablo columna, sostén de una institución; no se doblaron ni se quebraron, dicen sus seguidores. Primero muertos de pie que vivir de rodillas, insiste su grey. Nada que ver con el hombre del copetín.

El nombre elegido por los padres de Enrique, dice el tumbaburros en línea, procede del alemán Heinrich, de haim (morada, casa, patria) y rich (jefe, amo, líder), por lo que deviene en amo de la casa o jefe de la patria.

Es definición, no obligación. Aunque en parte cumple: amo de dos casas, cuando menos: la Blanca y la oficial de Los Pinos. Tampoco hay que pedir imposibles. Mucho menos cuando el primer mandatario tenochca y su secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, padecen problemas auditivos, según consignó la prensa cuando el encuentro Trump-Peña en Hamburgo, en el marco de la Cumbre de Líderes de los países del G20.

El secretario Videgaray dijo acerca de la declaración de Trump (México debe pagar el muro fronterizo): “Yo estaba ahí y no lo oí, el presidente Peña tampoco lo escuchó y no fue tema de la conversación. Es un tema que no se tocó porque tenemos una diferencia notoria en eso y se ha acordado entre los equipos que no sería un tema de la reunión. Este comentario, si lo dijo, lo dijo muy bajito porque yo no lo escuché”.

Yo estaba ahí y no lo oí. Si estando donde estuvieron no escucharon, ¿cómo podrían escuchar acerca de las carencias de los gobernados; de la corrupción que no cesa; de la desaparición de estudiantes en Ayotzinapa; de 98 por ciento de crímenes impunes en México, según relator de la ONU; del asesinato de 36 periodistas en lo que va del sexenio, según la SIP?

La lógica de Videgaray y de su jefe tiene lógica: Yo estaba ahí y no lo oí. No estuvieron en muchos más signados por la impunidad, ¿cómo van a oír?

¿Cómo exigirle al Preciso comportamiento de jefe, amo, líder? De todos modos, Enrique se llama, así lo quisieron los papaces. Eso no se quita ni yendo a bailar a Chalma. Pare de sufrir. ¡Japi cumple, dir Kike!