La amnistía

 

La violencia es el primer problema de México


Con López Obrador nos pasa como cuando un torero nos acostumbra a que en cualquier momento de la corrida –en este caso de la campaña–, puede producir una situación muy dramática al menos para él.

Andrés Manuel ha sido claro: su sexenio, el sexenio de la “victoria”, será un periodo en el que piensa hacer cambios estructurales y corregirá las fallas en materia de seguridad. De ahí en adelante todo está por verse.

Después de dedicar su vida a hablar de la corrupción, después de ese apostolado que ha hecho contra la mafia del poder, ojalá tenga la razón y simplemente con su llegada a la silla del águila nos volvamos buenos y seamos menos corruptos.

Sin embargo, los que no estamos tan dotados espiritualmente como el líder de las encuestas, lo dudamos, porque creemos que se requiere un proceso no sólo cultural –como dijo el actual Presidente– sino que exigirá mucho castigo contra el crimen y mucha capacidad de convencimiento social desde la cuna, para que la corrupción no sea normal en nuestra cultura.

La corrupción es uno de nuestros grandes problemas, pero el primero, aunque hayamos perdido la sensibilidad frente a ello, es vivir en una guerra civil encubierta.

En México cada 16 minutos hay un homicidio doloso de acuerdo con los datos del Observatorio Nacional Ciudadano. México es el país con mayor impunidad en América Latina, según el Índice Global de Impunidad de la Universidad de las Américas de Puebla.

Desde Miguel de la Madrid y la jubilación forzada de policías, la situación de la seguridad en México no ha dejado de empeorar.

Las crisis económicas y sociales acumuladas más el estallido de la crisis política del 94, sembraron un camino que culminó en 2000 con esas gracias que se le ocurrían a Fox como separar el ramo de la seguridad pública de la Secretaría de Gobernación, con unos resultados que si bien no fueron tan dramáticos como los de su sucesor Calderón –el protagonista de la explosión de violencia en el país–, sí apuntaron la ineficiencia del sistema.

Por eso la Segob actual ha mencionado la experiencia de Santiago Creel para pedir que se fundiera la operación política y la de seguridad en sus manos.

El resultado es claro, hemos batido récord como nunca antes y la violencia es el primer problema de México, aunque en la política da la impresión de que hemos decidido vivir con eso como si no tuviera solución.

Y pese a que la amnistía seguramente no es la solución, creo que cualquier planteamiento que mueva las aguas y obligue a un debate profundo en materia de seguridad es algo relevante.

Cómo acabar con la violencia es un problema de política global, y en ese sentido, hay que suponer que López Obrador tiene claro qué es lo que haría.

@antonio_navalon