La gran trampa

 

Consiste en confundir el ejercicio del poder presidencial con democracia


Naturalmente nadie de los que han sido elegidos como candidatos por el Presidente ha revelado la verdad sobre cómo fueron sus relaciones con el gran elector.

Nadie dirá de verdad en qué momento el proceso de maduración para ser elegido como sustituto por el Presidente tiene, más allá de los cinco años, algunos síntomas que les permitirá saber si serán o no los elegidos.

Sin embargo, hay cosas que sí sabemos, como el hecho de que hay dos tipos de actuación. La de quien no dice nada, no se mete, ni da ninguna señal, por ejemplo, Miguel de la Madrid. O la de quien cada que ve a uno de sus compañeros de partido o de gobierno y le expresan sus intenciones para postularse, él les manifiesta su apoyo sin objeción alguna.

Aunque eso no significa nada, porque al final la gran trampa en las campañas para llegar a ser el elegido, consiste en una cosa muy elemental. El Presidente en turno sabe que esa es una decisión muy importante, y cuando se mire al espejo, quiere tener la certeza para contestar que él fue quien la tomó y no fueron otros los que la tomaron por él.

O dicho de otra manera: cada vez que una campaña consolida la inminencia, la lógica y la persistencia de los motivos por los que alguien debería ser el candidato; también se plantea la pregunta de que si realmente lo elige el Presidente o lo eligen los datos, esas mini encuestas que muestran las campañas hasta que el mandatario mueve su dedo.

¿Dónde está la gran trampa? Pues en el hecho de creer que el Presidente, estando a tan poco tiempo de las elecciones, no tiene tan claro a quién elegirá. Aunque la prueba final será el adelanto de lo que significa la designación, es decir, la forma en la que se comporte el candidato elegido durante la campaña.

Pero además hay otro aspecto que conviene no olvidar, y eso es que en todos los momentos y en todas las instancias de este proceso, cuando el Partido Revolucionario Institucional ya no inunda todo el panorama nacional, sino una gran parte; la metodología priista y creo que mexicana indican que la toma de la decisión radica en el Tlatoani.

Y es que, podemos tener muchos invitados en la fiesta del poder, pero el Tlatoani sólo es uno y él es el que elige.

Porque muchas veces, el error y la gran trampa es creer que el Tlatoani tomará su decisión con base en el resultado democrático de lo que viva una campaña previa.

En conclusión, a pesar de que todo ha cambiado y a pesar de que, durante mucho tiempo los priistas no estuvieron en el poder –y ese tiempo son doce años–, no se equivoque porque la gran trampa consiste en confundir el ejercicio del poder presidencial con el ejercicio de la democracia. No tienen nada que ver.

@antonio_navalon