La guerra que viene

 

Se acabaron y serán prohibidas las plazas automáticas para que los normalistas ingresen al magisterio


El titular de Educación hizo público el anuncio del siguiente conflicto que enfrentará el Gobierno Federal en los siguientes meses, y quizá en lo que resta del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto. Y no es que el señor Nuño haya tenido la ocurrencia de confrontar a quienes en lugar de educar se han dedicado a hacerle la guerra de forma violenta a las instituciones y al Gobierno Federal, simplemente es que hay que seguir el curso natural de la puesta en marcha de la llamada Reforma Educativa.

Ayer el señor Aurelio Nuño Mayer advirtió que se acabaron y serán prohibidas las plazas automáticas para que los normalistas ingresen al magisterio, por lo que todos los aspirantes a ser maestros deberán en lo sucesivo someterse a la evaluación, aunque también dejó abierta la posibilidad de que los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación puedan hacerlo siempre y cuando sea dentro de lo que marca la ley.

El anuncio del señor Nuño no es una ocurrencia, por el contrario, es la continuidad de esa Reforma que los maestros beligerantes han intentado combatir violentamente para evitar que sean retiradas esas canonjías que los hicieron poderosos, al grado de lograr someter a sus designios a los gobiernos estatales de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán. El rescate de la dignidad educativa del país iniciada por Enrique Peña Nieto es la condición para que las generaciones venideras tengan mayores oportunidades de combatir el flagelo de la pobreza que nos agobia.

Lo previsible es que los directivos de la llamada CNTE comiencen por ideologizar a los alumnos de las normales rurales, sabedores de que el Estado mexicano evitará su criminalización para que a la confrontación no se sumen los familiares de los jóvenes. El anuncio del señor Nuño pondrá en estado de alerta al magisterio disidente, pero lo que está en jugo es la viabilidad de un modelo formativo que no se puso en práctica antes a causa de la cobardía de quienes encabezaron al Gobierno Federal.

Oaxaca, Guerrero y Michoacán serán los principales bastiones para utilizar a los normalistas en la confrontación porque durante muchos años han sido preparados para el momento definitorio del futuro educacional del país. O se apoderan del destino de la educación y sus recursos económicos, o tendrán que abandonar sus empleos. Esa es la disyuntiva de quienes militan en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, y estarán dispuestos a todo.

Habrá que aclarar que para los mexicanos lo que está en juego no son las plazas de los maestros ni la formación profesional de los normalistas. Ante la eventualidad de que han preferido el camino de la confrontación antes que la negociación, el Estado mexicano no tiene más obligación que defender la puesta en marcha del nuevo modelo educativo del país porque en él descansa ese combate a la pobreza que necesitamos imponer, y que avizoramos como el único camino para alcanzar ese ideal de generar oportunidades para todos. El que no se quiera sumar que se vaya. Ya no podemos mantener zánganos en las estructuras educativas.Al tiempo.