La identidad perdida

 

Sin consulta, pintó los taxis de blanco con rosa


Me pregunto si dentro de tres meses, cuando el amo y señor de nuestros destinos se vaya en busca de mejores y más redituables huesos, podremos los habitantes de esta capital, recuperar lo mucho que hemos perdido de identidad.

El uso del rosa mexicano es algo que deberíamos aplaudir ya que durante mucho tiempo distinguió al más importante grupo de divas de nuestro cine nacional y admirarlo cuando en contraste con los guardapolvos rojo fuego, se usa en la pintura de fachadas especialmente en las zonas indígenas.

Tomo de mi archivo algo escrito hace tres años cuando se conoció que la Ciudad de México cambiaba de nombre, que los colores ahora serían los de aquellos que comparten gusto por el tercer sexo.

Si algo distingue a nuestras poblaciones rurales, y eso llama la atención de los corresponsales extranjeros cuando llegaban al país, es la utilización de esos colores vivos que hasta antes de que nos atropellara la modernidad, se usaban en las casas alineadas a lo largo de las calles principales en los pequeños poblados.

En México, repito, el uso era pintar un guardapolvos de metro y medio mismo que estaba recubierto de arena y cemento, lo que hacía muy peligroso caminar junto a la pared por los filos de la combinación.

Los marcos de las puertas se pintaban igualmente con el color más subido y el resto de la fachada con el color más claro.

Recordemos las vestimentas de las indígenas en telas brillantes de color pastel, en el centro del país, mientras en el sureste se prefiere el bordado con tonos muy vivos. En Michoacán las tarascas usan huanengos, camisas bordadas en punto de cruz igualmente con hilos de colores fuertes.

Nuestro insigne gobernador, Miguel Ángel Mancera Espinosa (MAME), decidió recoger esas tradiciones y así, de pronto y sin consulta, pintó los taxis de blanco con rosa.

Sustituyó al Monumento a la Independencia por cuatro letras: CDMX. Borró la visión marceliana de “ciudad con ángel” que sustituyó lo que engendró Andrés Manuel. O sea, borrón y cuenta nueva así se trate de imbecilidades como quitar lo que daba identidad por cuatro letras.

Pero finalmente, cada quien sus debilidades. Bien pudo seleccionar el Jefe de Gobierno un arco iris o cualquier otro distintivo de su gusto. Con el rosa identificamos por decenios a las mujeres y a quienes sienten afinidad con ellas.

Respetables, por cierto, pero innecesario hacer de uso forzoso una preferencia particular. ¿O sí? A mí me da igual…