La imposible unidad

 

A lo largo del tiempo, se ha intentado unir a los mexicanos en distintas formas


Corresponde a sociólogos, psicólogos o estudiosos del comportamiento humano en general  explicar por qué los mexicanos somos incapaces para lograr acuerdos, uniones en beneficio colectivo o situaciones de cómodo tránsito por la vida.

Habrán de establecer si se trata de un asunto genético o simplemente cultural. Esto es, siempre extendemos la mano y esperamos que allí depositen el beneficio esperado, sin esfuerzo.

Esto revelan las campañas del Estado de México, donde entregan tarjetas color rosa (el nuevo tono de nuestra bandera nacional: verde esperanza, blanco pureza y rosa ¡Ay Dios!) que no se pueden usar pero se advierte: cuando gane fulano se activará y cada ama de casa recibirá mil 200 pesos mensuales.

La izquierda se pelea y también ofrece. Antes los recursos públicos estaban destinados a proyectos. No podían disponer de ellos para regalarlos o dar recompensas por delatar delincuentes. El dinero se aplicaba a programas sociales.

A lo largo del tiempo, se ha intentado unir a los mexicanos en distintas formas. Sólo una lo ha logrado: el padroterismo de organizaciones como los 400 pueblos de César del Ángel o de los vándalos de la CNTE que tomaron escuelas de las huelgas y los campamentos “pejianos” en tiempo de Camacho Solís y Marcelo Ebrard.

En 1961 viviendo en la colonia Anzures, presencié el nacimiento del Movimiento de Liberación Nacional que llamaba a “la lucha en común de campesinos y pequeños agricultores, estudiantes, intelectuales, obreros, empleados e industriales nacionalistas” para superar la crisis y garantizar el respeto a nuestra soberanía.

En el manifiesto viene una larguísima lista de quienes participaron en la creación del MLN, hombres de la izquierda ilustrada, universitarios de reconocido prestigio intelectual, quienes al paso del tiempo y por distintos caminos se acercaron al partido tricolor, y dieron por cancelada la unidad revolucionaria.

Notorios: don Lázaro, Cuauhtémoc, impulsor del Frente que dio vida al PRD el que, a su vez, dio muerte a la unión de las izquierdas con la creación de “las corrientes” denominadas popularmente “tribus”.

Este frustrado intento de unidad es ejemplo de lo que a lo largo de nuestra historia ha pasado: el cambio de los ideales por la posición menesterosa en espera del regalo divino, del obsequio que llegará, tarde o temprano, vía tlatoani. O la cómoda posición burocrática.

En la lista pueden verse universitarios que llegaron a gobernadores, por ejemplo en Tabasco, y naturalmente se les coló algún señor de admirable congruencia, como Heriberto Jara. Pero hasta allí…