La muestra de su pequeñez

 

Nunca emergió la izquierda moderna y democrática que el país necesitaba


El PRD concitó en su momento a la mayor parte de las voluntades de los hombres de la izquierda histórica, para emerger como una fuerte opción para los mexicanos hastiados y cansados del partido de Estado y del bipartidismo en que se había metido el sistema político mexicano. Aunque surgió de las distintas falanges opositoras, logró su consolidación por la decisión de sus principales liderazgos de unirse para otorgarle espacios a las distintas expresiones de la izquierda mexicana.

El problema es que nunca entendieron que el sistema político mexicano necesitaba transformarse y pasar de los hombres fuertes al debate del país que necesitábamos, y las instituciones políticas que el momento requería para continuar la línea ascendente del llamado “Estado de Bienestar”. La heterogénea masa de caudillos no supieron conducir u orientar a la muchedumbre, y concibieron un partido que funcionara de manera similar al que hasta entonces gobernaba, copiando las mismas fallas, los mismos vicios y las mismas formas de diseñar la ruta crítica para emerger en el ánimo de los desposeídos y en el hastío de los desencantados. Hicieron lo que bien sabían hacer, y para decirlo claro y preciso, no se dieron cuenta que lo echaron a perder.

La oportunidad de construir una fuerza política pensante, propositiva, pujante, de avanzada, incluyente y negociadora, se frustró a causa del encono acumulado contra los que siguieron y siguen manejando al sistema político.

Nunca emergió la izquierda moderna y democrática que el país necesitaba, por el contrario, la nueva fuerza política concentró la mayor parte de los vicios del viejo sistema político mexicano y del partido único transformado en hegemónico.

El PRD intenta ahora construir una gran alianza opositora al PRI en el Estado de México, entidad que sus dirigentes actuales identifican como el principal bastión tricolor y el centro de las decisiones nacionales, por lo que presumen y suponen que destruyendo esa fortaleza terminarán por destruir al PRI.

Sus dirigentes tradicionales dejaron de ver adversarios políticos, ahora ven enemigos irreconciliables, quizá por el odio acumulado desde hace muchos años por haber sido excluidos del ejercicio político, y después porque se han dado cuenta de las inmensas posibilidades que ahora otorga la democracia mexicana cuando de competir se trata.

Si algo han sabido hacer bien “Los Chuchos” es negociar, y una vez más apuestan todo su capital político a integrar una gran fuerza para oponerla a quienes consideran sus enemigos que no adversarios. Quien los convirtió en pequeños ha señalado ya que va solo y sin consultar decidió que la candidata de Morena será Delfina Gómez. La verdad es que lo único que están vendiendo es el membrete, porque la militancia hace mucho tiempo que la perdieron, sobre todo en el Estado de México. Lo peor que les va a pasar es que el PRI les va a volver a ganar.

Al tiempo.