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Seis días de contingencia en la que autoridades no se ponen de acuerdo


Con esa descripción el varón Von Humboldt se refirió a la que también llamó la Ciudad de los Palacios. Título que pasó a poder de los queretanos cuando fue gobernador Mariano y medio centro de esa capital fue apropiado por su hermano, “Los Palacios” que tal era el apellido familiar.

El antiguo Distrito Federal es la víctima principal de los males pulmonares. En los años 50 las calles del entonces Primer Cuadro se inundaban de tal manera que había tamemes que cargaban a los peatones para cruzarlos de banqueta y no se mojaran las patas. Las enfermedades respiratorias eran comunes.

Y lanchas en pleno 16 de Septiembre.

La anegación tenía como causa un drenaje de barro originado en la Colonia y que no se había modernizado. Cuando se resolvió parcialmente, vino lo otro: las tolvaneras.

Bucareli, Juárez y Reforma eran prácticamente invisibles cuando se soltaban los vientos que arrastraban toda la arena desde el extinto lago de Texcoco.

Nos ahogábamos hasta que a algún listillo se le ocurrió una barrera de árboles que impidieran este desastre anual que se repetía cada cuantos meses. Santo remedio.

Pero llegaron los automóviles a instalarse con sus grandes fábricas. Y a vender autos con facilidades que, de haber sido un lujo reservado a la gran burguesía, se convirtió en un juguete para niños y burócratas medianos. Hasta el ISSSTE daba créditos muchas veces irrecuperables.

Cuando una automotriz no tenía mercado, se lo armábamos a como diese lugar. Así nacieron los taxis más imprácticos del mundo, los vochos inseguros, peligrosos, mortales y contaminantes a más decir. En Europa y en Estados Unidos estos motores y, por tanto, ese auto fueron retirados de circulación por su extrema capacidad contaminante. Siguió el Tsuru que apenas acaba de suspender su fabricación por las evidencias de que es contaminante, inseguro, peligroso y lo que se le ocurra al lector.

Estamos en plena crisis. Seis días de contingencia en la que no se ponen de acuerdo autoridades locales, estatales, federales y otras instancias involucradas.

¡Ah! pero sale una funcionaria mediocre, sin lustre alguno, a decirnos que no debe haber queja porque en China están peor.

Y que en México el DF está en séptimo lugar. Deberíamos estar postrados de hinojos ante nuestras amadas autoridades que para más inri, imaginan 80 patrullas detectoras de contaminantes. Y más: los países africanos, dice Tanya Müeller (tania miuler) están “más pior”. Nosotros tenemos como parangón Los Ángeles. Estamos iguales. Qué consuelo…

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