Lanchas, cine y… ¿rock and roll?

 

El lanchacinema se hace cada primer sábado de mes


Claro, si no entiendes a qué hago referencia con el título de la columna de hoy es porque tienes menos de 40 años y a finales de los 90 o tenías menos de 5 años o ni siquiera habías nacido. Lo cierto es que en aquellos años en los que yo era una inocente estudiante de secundaria, existió un grupo llamado Fandango que tuvo algo como su one hit wonder con una cancioncita pegajosa llamada “Autos, moda y rock and roll”.

Y te preguntarás ¿que tiene que ver eso con las lanchas y el cine? pues no, nada. Pero más bien me acordé que en esa canción bastante boba y superficial, recuerdo que se decía que a los jóvenes sólo nos importaba la diversión. Por supuesto la aspiración de tener un auto deportivo, un guardarropa siempre a la moda y brincar de fiesta en fiesta escuchando la música del momento, que, dicho sea de paso, para nada era rock and roll pues aquello es lo que escuchaban mis padres, no yo que era más bien una fanática del pop más fresa.

Cuando uno crece, a veces reproduce esos clichés y, de pronto, un día parece que despiertas convertido en tu padre o madre diciendo: ¡esos jóvenes de hoy que sólo están interesados en la pachanga!

Pero el fin de semana pasado tuve la oportunidad de asistir por primera vez a una función de cine al aire libre en un escenario peculiar: el lago de Chapultepec. Una actividad gratuita, con una película que para nada era de estreno, de hecho era infantil por un cambio que hubo de última hora en la cartelera, y aún así, la mayoría de los asistentes eran personas jóvenes.

Parejas, grupos de amigos, familias con uno o dos niños pequeños, se formaron con más de dos horas de anticipación para alcanzar a subirse a una lancha de pedales o de remos, comer palomitas o alimentos preparados desde su casa y disfrutar de una actividad de lo más sana y relajada en medio de la enorme metrópoli.

No me canso de decir lo privilegiados que somos por tener este bosque en pleno centro de la Ciudad de México y cada que puedo, voy con mi hijo a alguna de estas actividades.

El lanchacinema se hace cada primer sábado de mes, y yo nunca había ido, a pesar de que puedo llegar incluso caminando desde mi casa al lago mayor.

Pensaba que sería cansado, desastroso, que la gente tiraría basura o haría tanto relajo que ni dejarían ver la película pero nada más eran mis prejuicios. Lo cierto es que pasé una de las veladas más relajadas en mucho tiempo, nadie tiró basura, ni alimentó a los patos, haciendo caso a las instrucciones que recibimos. Todos abordamos y descendimos en orden. Juro que ni siquiera parecía que estuviéramos en México. Y es que vivir en armonía en una ciudad monstruo como la nuestra, sí se puede, todo depende de cuánto asumamos la parte que nos toca para construirnos como sociedad en el respeto y la tolerancia. Mañana acudiré al picnic nocturno en el jardín botánico de este bosque, que ahora se ha vuelto mi espacio de felicidad en la Ciudad de México… espero que la experiencia resulte igual de grata que la del lanchacinema.

*Periodista, cronista, hedonista y feminista.

Madre, viajera, libre y terrícola.

@elipalacios