Lastres

 

El reporte de miles de millones desviados o de plano desaparecidos


El pacto federal fue, durante muchos años, junto con la grandeza de su gente y la majestad de su historia, una de las mayores riquezas de México. Produjo diversidad, bienestar económico, identidad y unidad nacional.

Este gran activo se volvió gradualmente un lastre. Salvo excepciones honrosas, los estados se han vuelto un problema cada vez mayor, cuyos efectos pagamos todos los mexicanos. Prácticamente no hay espacio de la gestión pública, ni partida del presupuesto no afectados por el aquelarre de gobiernos locales totalmente fuera de control que, además, se han acostumbrado a las salidas fáciles del tipo “son calumnias de mis enemigos” para evadir cualquier explicación o rendimiento de cuentas.

No es difícil sustentar una opinión tan dura como la anterior. Basta ver el reporte de la última revisión de la ASF, miles de millones desviados o de plano desaparecidos, incumplimiento de obras pagadas con dinero federal, fosas clandestinas por doquier, penales dominados por mafias y cárteles ante la incompetencia estatal, inseguridad rampante, asesinatos a luz del día, violaciones impunes a la legislación electoral, penosamente ignoradas por la autoridad competente, remate al mejor postor de terrenos nacionales, entre otras mil porquerías, todas del dominio público, más las que todavía no trascienden pero serán materia de primeras planas, sólo deben esperarse los próximos cambios de gobierno para saberlos y escandalizarnos, como pasó en Veracruz, Chihuahua, Quintana Roo, Sonora, Oaxaca, Nuevo León, Hidalgo y Sinaloa. Pronto cambiará el elenco.

No debemos desviar la atención. El problema no son los mexicanos de esos estados. Ellos son víctimas también. Su desgracia es haber caído bajo la férula de regímenes voraces e incompetentes. Algo debe hacerse. No puede el gobierno federal seguir pasmado ante los excesos. Delegados e instancias federales necesitan recuperar el control y la esencia del pacto federal.

Apenas queda tiempo.