Leyendas sexuales. Así es el sexo juguetón

 

Siempre ha tenido ese aroma a travesura y diversión


¿Qué sería del sexo sin el juego? Si lo tomáramos siempre demasiado en serio, no sólo podría volverse rutinario, sino hasta un poco intimidante. Afortunadamente, la actividad sexual siempre ha estado ligada a lo recreativo.

No es gratuito que los dildos, vibradores y otros aditamentos se llamen juguetes sexuales. No se llaman “herramientas” ni “instrumentos”, se llaman “juguetes” y sabemos bien que esa palabra va de la mano con la diversión. Es necesario que la persona esté dispuesta a salir de lo común con el propósito de utilizar un juguete sexual.

Y es que el juego se trata de eso: salir de lo cotidiano a fin de entrar en una dinámica distinta. ¿Recuerdas cuando jugabas a la botella en la secundaria? Tal vez nunca te habías atrevido a darle un beso a esa persona que te gustaba, pero cuando la botella lo ordenaba no había escapatoria, no te comprometía a nada y todos quedaban tranquilos después de la sesión. Es cierto, no era un juego exactamente sexual, sin embargo, para muchos adolescentes significaba ir más allá de lo que habían podido llegar hasta entonces.

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Conforme crecemos y nos adentramos en las experiencias sexuales, la opción más obvia para jugar es, quizá, utilizar disfraces.

Fingir que somos otra persona es de las actividades más divertidas que podemos hacer en todos los ámbitos de la vida, y en el sexo no tenía por qué ser diferente. Incluso, interpretar un personaje nos permite comportarnos de una manera en que nuestros valores o nuestra personalidad nunca nos permitirían.

Los roles que se pueden elegir son tan variados como la imaginación te dé. Superhéroes, secretarias, alumnos, plomeros, policías, doctoras, niñeras o hasta caballos o perros: todos son papeles con los que se puede jugar, y para hacerlo más vívido es importante preparar tanto el escenario como los accesorios adecuados. ¿Por qué crees que la gente se entusiasma tanto con las fiestas de disfraces? La diversión comienza desde el momento en que planea el personaje que va a representar.

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Aunque también hay otras formas de divertirse en la intimidad. Por ejemplo, se pueden encontrar paquetes de dados que contienen diferentes acciones y partes del cuerpo en las cuales realizarlas. Las combinaciones entre besar, frotar, tocar, lamer o morder, y espalda, boca, piernas, nalgas o cuello seguramente ofrecerán muchas horas de esparcimiento.

Si dejarlo todo al azar no te parece tan divertido, podrías preferir la opción del cada vez más famoso block de cupones. Ya hasta los puedes conseguir en sex shops (al menos, en las virtuales), pero si no, también se pueden hacer en casa. No es más que una libreta con cupones canjeables que le regalarás a tu pareja, y ella podrá reclamar lo que esté escrito ahí en el momento que quiera. Qué tan sexys, diferentes o atrevidas sean las actividades dependerá de quien lo escriba, y el orden en el que sean exigidas tendrá todo que ver con el titular de las recompensas.

Es cierto que el sexo es una cosa seria, pero no tiene por qué excluir la risa y la diversión. Juegos tan sencillos como decirle al oído a tu pareja lo que le espera cuando lleguen a un lugar privado o mandarle un mensaje caliente en medio de la jornada de trabajo puede poner las cosas lo suficientemente juguetonas para mantener vivo el factor sorpresa.

El sexo siempre ha tenido ese aroma a travesura, y travesura es sinónimo de diversión instantánea. No tenemos por qué tomarlo con tanta solemnidad, pues cuando dejamos de disfrutarlo corremos el riesgo de convertirlo en una obligación o de agregarle una carga de drama que no necesita.

* Periodista especializada en salud sexual.

@RocioSanchez

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