Leyendas sexuales. La sexualidad ecoamigable

 

Estaba ahí, en el aparador, tan grande como una daga...


TEXTO ORIGINAL EN REVISTA CAMBIO

Recuerdo la primera vez que vi un dildo de vidrio. De eso hace unos diez años. Estaba ahí, en el aparador, tan grande como una daga, con su empuñadura y todo. Me pareció hermoso. Quizá en el momento no pensé tanto en su función como en lo bello de su estructura simple que imitaba el cuerno de un unicornio (en esos días no estaban de moda).

Estaba en Ámsterdam, una ciudad vanguardista en temas de sexualidad, mucho más allá de las famosas vitrinas de la zona roja. En ese momento también me enteré de que existían los dildos de batería recargable. Tenían una base como las de los teléfonos inalámbricos y se deben haber visto muy bien en la mesa de noche de las parejas holandesas.

Hace una década, pues, comenzaban a producirse juguetes sexuales ecológicos. Porque claro, seguramente alguien observó el enorme grado de contaminación que implica un vibrador al que hay que cambiarle las baterías cada tanto, y no sonaba muy prudente continuar por esa vía.

Cuidar al planeta no significa sólo apagar la luz cuando se sale de una habitación o usar menos el automóvil a fin de evitar la emisión de gases contaminantes, ¡no!, también en nuestra vida sexual se puede ser ecofriendly.

No se necesita ser vegano (ni hipster, digamos) para consumir productos eróticos que tengan un menor impacto en el medio ambiente, pero si tú sí estás dentro de ese estilo de vida, te recomiendo que leas el Ecosex Manifesto, creado por las activistas Elizabeth Stephens y su esposa, la creadora del movimiento postporno, Annie Sprinkle. Ahí se asumen como ecosexuales y describen su compromiso con la Tierra, al verla no como una madre, sino como una amante, lo cual implica no dañarla con nuestros actos ni mediante el consumo.

Si no quieres meterte en honduras filosóficas, simplemente piensa que al vivir tu vida sexual de manera ecológica beneficias al planeta, a tu bolsillo y también a tu cuerpo. Lo del planeta se refleja en que muchos de los juguetes ya utilizan baterías recargables, algunas incluso se llenan con energía solar. Además, los que están fabricados de vidrio, de cauchos más naturales o hasta de madera, resultan más durables y no tendrás que tirarlos a la basura en pocos meses o años.

El beneficio al bolsillo puede no ser evidente de inmediato, pues son juguetes un poco más caros que los no ecológicos, sin embargo, a largo plazo la inversión se pagará sola. Y lo de favorecer a tu cuerpo es una de las cosas más importantes. Muchos de los juguetes que se venden actualmente (cuidado con los más baratos o los de dudosa procedencia) contienen ftalatos, sustancias que se agregan a los plásticos con el propósito de hacerlos más flexibles y resistentes, pero que han sido consideradas por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EU) como posibles cancerígenos. Esos componentes abandonan fácilmente la superficie de los objetos y andan por ahí en el ambiente. Imagínate lo que sucede cuando pones un dildo de esos, por ejemplo, en contacto con tus mucosas. La opción, entonces, es buscar juguetes libres de ftalatos y, de paso, hechos con caucho que haya sido obtenido a través del comercio justo, pues esto, además de ayudar a la gente que los produce, también procura una forma de fabricación menos agresiva con el medio ambiente.

Ya sea que lo veas como un favor hacia tu persona o como un granito de arena para salvar al planeta donde todos vivimos, elegir más conscientemente los juguetes íntimos es una gran inversión. Considéralo de este modo: tu placer ayudará a combatir el calentamiento global, ¿hay un modo más divertido de contribuir?

* Periodista especializada en salud sexual.

@RocioSanchez

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