Lo que está por venir

 

Padecerán con severidad las consecuencias


Una bandera a media asta en el zócalo de la Ciudad de México; tres días de luto nacional por decreto; enormidad de jóvenes movilizados para rescatar víctimas y ¡sopas! El sábado a las 7.52 horas nuevamente un sismo de magnitud 6.1; una réplica más de las 4 mil 287 registradas desde el pasado 7 de septiembre a la fecha y vuelve el miedo que impulsa a abandonar la cama para de inmediato reunirse con familiares y vecinos asustados, temerosos, en círculo, abrazados mirando cómo se mecen los árboles, los cables de electricidad.

Este nuevo movimiento de la Tierra suspendió por momentos las acciones de rescate que, en la capital del país, infinidad de personas llevan a cabo en los edificios colapsados.

El domingo, la Coordinación Nacional de Protección Civil informó que van 319 personas fallecidas, a causa del sismo del 19 de septiembre. Las cifras cambian conforme avanza la remoción de escombros.

Además, ha llovido. Para los afectados en la capital del país, aún viene la etapa más difícil: la reconstrucción de viviendas; resarcirse de las pérdidas del menaje de casa; en suma, empezar de nueva cuenta su vida.

En nuestro país la gente considera la vivienda una meta a la cual se destinan importantes recursos; es vista incluso como un ahorro e inversión para preservar los recursos familiares, para legar un patrimonio a los hijos. Su encarecimiento en la Ciudad de México ha ocasionado que los más de 37 mil nuevos matrimonios que anualmente se registran en la capital, busquen en los municipios aledaños a la Ciudad de México dónde vivir, lo cual afecta sus ingresos, pues incrementa el gasto en los traslados diarios de la periferia a la capital y de retorno, al concluir la jornada laboral.

Además del problema que ocasiona el gasto por trasladarse, también se incentivan la desintegración familiar, el incremento de la delincuencia y el despoblamiento de colonias en la capital, según el estudio “Situación de la vivienda en la Ciudad de México”, elaborado por la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda, Canadevi.

El estudio considera que existe necesidad de 70 mil casas habitación al año, y señala que quienes ganan más de 30 mil pesos mensuales (18.3 por ciento de la población), recurren a las inmobiliarias privadas para adquirir vivienda; si ganas entre 3 mil y 11 mil pesos al mes (27 por ciento de la población), puedes recurrir al Instituto de Vivienda de la Ciudad de México. Pero si no entras en estos rangos, ni los desarrolladores privados ni el Invi atienden a 54.4 por ciento restante de la población. Y hazle como puedas.

Debido a la aguda problemática de la vivienda en la capital, prevé que quienes tuvieron pérdidas debido a los sismos recientes, padecerán con severidad las consecuencias. Entre los damnificados se encuentran habitantes de las colonias Centro, Condesa, Cuauhtémoc, Doctores, Guerrero, Obrera, Roma Norte y Sur, San Rafael y Santa María la Rivera.

A los grandes edificios que acapararon la atención de los medios de comunicación y de los rescatistas, se suman aquellos invisibles que en la zona metropolitana fueron atendidos por sus dueños y por el vecindario solidario.

A lo anterior se suma la difícil situación que ocasiona el desabasto de agua potable: en Tláhuac 11 grietas dañaron la red del agua y afectaron mil 800 viviendas en colonias populares. 200 colonias de las 293 existentes en la delegación Iztapalapa resienten la carencia de agua potable: 80 por ciento de la población. Las autoridades han registrado 800 fugas en la red hidráulica y tres tanques de almacenamiento vacíos. Se reportan bloqueos en Iztacalco y en la colonia Agrícola Oriental, por parte de los habitantes, para detener pipas y abastecerse.

A lo anterior debe agregarse la difícil situación económica por la que el país atraviesa, y la persistente guerra contra el narco, que también ha desgastado a la nación mexicana. Por si fuera poco, en 2018 habrá elecciones federales y estatales, que polarizarán los ánimos, y la solidaridad y la unión que generó el sismo es factible que sufran daños.

No disminuyen las solicitudes de apoyo: medicinas, herramientas, alimentos, agua, ni la exigencia de que las pensiones de los expresidentes de la república y los recursos que se otorgan a los partidos políticos se destinen al apoyo a víctimas 19 del septiembre.

Ardua tarea la que viene, y sin una organización política, ciudadana, que encabece la reconstrucción. En las calles la solidaridad no se agota; la ciudad ha vuelto la mirada a otros escenarios de la tragedia (Puebla, Oaxaca, Morelos, Guerrero) y de los centros de acopio parten voluntarios con kilos de ayuda.

Sin embargo, a querer o no, se vuelve a la normalidad, una normalidad con vendajes y nervios a flor de piel ante cualquier vibración; con temor se vuelve a la oficina, al comercio, a la escuela, a la fábrica, al taller… Ojalá no se abandone un deseo que señala la escritora Sabina Berman: el querer “ser una sociedad sometida a la Justicia, no al poder arbitrario de los políticos. Es decir, que quiere por fin ser un México decente”.