Los dioses no miran a África

 

Gobernantes africanos se han convertido en una especie de pesadilla


En los años ochenta hubo una película que se hizo muy famosa llamada Los dioses deben estar locos. Proyectaba con algo de humor negro la forma de vida en los pueblos de África.

Visitando ese continente, transitando sus carreteras –donde las hay–, observando a su gente y recorriendo cada uno de los episodios de su historia desde el siglo XIX y XX, uno se pregunta: ¿Dónde están los dioses cuando se les necesita?

Cuando Joseph Conrad era capitán de la marina mercante británica y cuando se dedicaba a transportar productos al territorio, conocido como El Congo Belga –pero que en el fondo era una propiedad privada del rey belga Leopoldo II–, sintió tal horror con todo lo que presenció, que dio a luz a una de las piezas más especiales de la literatura mundial titulada El corazón de las tinieblas.

Conrad dio origen a un personaje llamado Kurtz, una figura que ha perturbado tanto a lo largo de los años en la historia de la cultura moderna, por sus niveles de violencia, insensibilidad y pérdida de humanidad, que motivó y dio lugar a la realización de una de las películas definitorias del siglo XX, me refiero a Apocalypse Now de Francis Ford Coppola.

Después, mientras los dioses seguían mirando hacia otro lado, el horror de Leopoldo II y de todas las matanzas que provocó, desencadenaron una lucha de independencia que trajo consigo la consolidación de la República Democrática del Congo.

Sin embargo, años más tarde llegó el dictador Mobutu Sese Seko quien no ejercía el canibalismo con su pueblo, pero sí les robaba hasta la sangre convirtiéndose en uno de los hombres más ricos, dejando a su país sumergido en la pobreza.

La democracia está en crisis alrededor del mundo, en unos sitios porque no existe, en otros porque les falta algo para perfeccionarla y en otros, porque está deteriorada y condicionada por esa enfermedad mortal llamada corrupción.

En ese sentido, África donde muchos países son formalmente democráticos, realmente están en manos de los dictadores en turno, que cada día son más feroces.

Ahora no son los belgas, ni los americanos, tampoco los blancos, a los que no les importan las razones por las que mueren los africanos, puesto que son los chinos; pero sobre todo, los propios dirigentes de esos países, los que resultan ser más ajenos al sufrimiento que viven.

Gran parte de los gobernantes africanos se han convertido en una especie de pesadilla para su pueblo, mientras tanto, el mundo mira hacia otro lado y olvida que las mayores reservas naturales del planeta y de minerales estratégicos están en manos de gente que sencillamente resulta ser enemiga de la humanidad.