Los insaciables

 

Este fin de sexenio deberá ser sometido a especial vigilancia; no lo harán los acólitos de López Obrador y los que van de salida sólo esperan huir, como se dice en el teatro, “por puerta excusada” para que no los noten. No deberían preocuparse. Los que llegan también estarán ocupados en que nadie se dé […]


Este fin de sexenio deberá ser sometido a especial vigilancia; no lo harán los acólitos de López Obrador y los que van de salida sólo esperan huir, como se dice en el teatro, “por puerta excusada” para que no los noten. No deberían preocuparse.

Los que llegan también estarán ocupados en que nadie se dé cuenta de su arrasante paso por las arcas, todavía no a su disposición pero abiertas lo suficiente para que los pecadores caigan en tentación.

Claramente se ha establecido que no habrá privilegios ni uso oneroso de fondos públicos. Lo instruyó quien puede hacerlo, don Peje al que dicho sea con absoluta verdad, le preocupa poco si sus colaboradores son honestos, lo que le interesa es que su imagen quede a salvo, el impoluto, el albo, el hombre sin pecado concebido.

El problema es que sus colaboradores lo conocen y saben hasta dónde llegar. El caso de César Yáñez, emblemático, del que se deslinda AMLO con la simplonería que lo caracteriza: yo no me casé, asistí como invitado, sin preguntarse cómo es que su colaborador de dos décadas puede pagar una esta de narco o de nuevo rico. O de miembro de la nobleza real.

La respuesta, igualmente simplona, es que la familia de la novia paga pero hay quien publica que la familia de la novia está en quiebra y que para cubrir la caución para su libertad debieron endeudarse. En un chico rato es cierto.

Por su lado los diputados con el cinismo que de ne a tal raza callejera, se otorgan un cuarto de millón de pesos como gratificación de fin de año por tres meses que laborarán. Dicen que recortaron su dieta pero no informan que la compensan con el pago de los impuestos a cargo de la Cámara. Al cabo los ciudadanos somos idiotas.

Y posiblemente también lo sea quien ha creído que con su sólo llamado a la honestidad valiente los mexicanos cambiaremos. Sus colaboradores, con decenas de años de militancia tricolor aprendiendo mañas y sacudiendo la moral hasta dejarla sin moras, no pueden ni quieren perder oportunidades.

De aquí al n de año, antes de que Andrés Manuel se convierta en el mero mero, hay que colarse por los resquicios. Ahí está Claudia Sheinbaum haciendo un recorrido, asegura que de trabajo, por las principales ciudades turísticas del Viejo Continente.

Si no es ahora ya no será después, así que ¡a darle que es mole de olla!