Los lavaderos. A curarse en salud…

 

  Todos intuimos que a partir del primero de diciembre el que será presidente de la República impondrá medidas draconianas al gasto de los funcionarios públicos. No habrá viajecitos internacionales para aprendizajes o enseñanza a los ignorantes países que no cuentan con nuestros modernos y hasta futuristas sistemas judiciales o electorales. En voz de Andrés […]


 

Todos intuimos que a partir del primero de diciembre el que será presidente de la República impondrá medidas draconianas al gasto de los funcionarios públicos. No habrá viajecitos internacionales para aprendizajes o enseñanza a los ignorantes países que no cuentan con nuestros modernos y hasta futuristas sistemas judiciales o electorales.

En voz de Andrés Manuel, se acabará ese turismo a costillas de los impuestos. ¡Ah! Pero ante tal panorama lo mejor será aprovechar antes de que se formalicen los cargos oficiales. Un caso: Claudia Sheinbaum a la que destaparon el asunto del Colegio Rébsamen que de acuerdo con nuevos usos y costumbres, comienza con la limpieza de cara de la dueña, dícese socia del cavernal Rivera, que afirma haber construido el copete derrumbado alrededor de 1992.

Claudia hará un delicioso recorrido por las principales y más turísticas ciudades europeas. Va “a aprender” no se sabe qué pero el asunto la agarrará fuera del país y fuera de foco de protestantes y padres de los niños victimados.

La remodelación del piso y la sustitución de materiales ligeros por mármol, de indudable peso, fueron la causa de la tragedia. No se manejará así y de antemano demos por exonerada a la propietaria de la escuela. Como a Javidú o la Chayo. Libres de toda culpa.

Lo actual: la Boda del Siglo, un sarao que hubiese sido envidia de lagartijos porfirianos, con acento en tradiciones banqueteras francesas. Langosta a pasto e insectos mexicanos para los nacionalistas; 500 invitados, hombres de negocios, políticos de alcurnia, miembros de la nueva burocracia dorada y del círculo cercano a AMLO.

Así, el matrimonio del vocero de Andrés Manuel López Obrador, César Yáñez, y la empresaria “tlaxcalopoblana” Dulce María Silvia Hernández. “Yo nada más digo que pudo más el amor”, dijo el poco agraciado novio al llegar a la capilla del Rosario para la ceremonia religiosa. Para tranquilidad de los novios, los alrededores del recinto religioso fueron bloqueados por la policía y el gobernador Antonio o Tony Galy estuvo presente. Igual que Beatriz Gutiérrez que asistió a la ceremonia religiosa.

Y aquí viene lo bueno: César fue acusado por su esposa original (con la que entendíamos que estaba casado por la iglesia) por abusos maritales e intento de despojo.

Yáñez dio vuelta y demandó el divorcio, aunque antes tuvo que interceder por la libertad de su ahora cónyuge, presa cuatro años acusada de despojar de sus ahorros a personas de la tercera edad. Pero esa es otra historia que no cabe en tan dulce romance…