Los tiempos inexorables

 

Con la excomandanta de la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero, el candidato oficial gastó mucha pólvora en infiernitos mediáticos, porque tampoco hay tiempo para revertir su status legal de no-procesada por algún delito


Si hay algo inexorable, inaplazable, perentorio, puntualmente fatídico y que cumple con sus reglas intrínsecas es el tiempo. Los políticos deberían saberlo. Renato Leduc elogiaba la “sabia virtud de conocer el tiempo”. Parece que, a menos de un mes de la elección presidencial, los cartuchos que antes no se emplearon a fondo en esta corta, pero intensísima contienda (con menos propuestas que intentos de descalificar al contrario y sumirlo en el desprestigio), contendrían sólo pólvora mojada, ineficaz para remontar sitios en las preferencias electorales.

La desesperación no es la madre de alianzas impensables de última hora, como la de dos candidatos que se la pasaron luchando, a sabiendas, por un segundo lugar y nunca le pisaron los talones al primero en las preferencias. Hoy esa suma improbable de fuerzas (el tiempo ya no da) navegaría en contra del propósito buscado.

Puesto que se agotaron y desgastaron los discursos de las promesas, quedaría aún la posible compra masiva de votos. Existe el dinero necesario pese a que el país ha sido empobrecido. Pero tampoco cuatro semanas alcanzarían para este vuelco descomunal que implicaría este trueque a la antigua usanza, ni podrían ocultarse los mecanismos corruptos necesarios para intentar tal antiproeza, y que un caudal no previsto de boletas pudiera volcarse en urnas archivigiladas de manera impune.

Con la excomandanta de la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero, el candidato oficial gastó mucha pólvora en infiernitos mediáticos, porque tampoco hay tiempo para revertir su status legal de no-procesada por algún delito y, en cambio, ya fue declarada inocente por todos los jueces que revisaron acusaciones por supuestos secuestros masivos y de menores (6 de marzo de 2016), por delincuencia organizada (revocación de auto de formal prisión, 31 de mayo de 2014, causa penal 76/2013), por homicidio calificado e intento de homicidio (causa 67/2014), lo mismo en juzgados y tribunales locales que federales.

En más de dos años y tres meses las autoridades no han sido capaces de notificar a decenas de presuntos agraviados, habitantes de comunidades de la Montaña de Guerrero (además de Olinalá, Ayutla, San Luis Acatlán, Huamuxtitlán, Ahuejotzingo, El Paraíso, donde se ubicaba uno de varios Centros de Reeducación de las policías comunitarias) sobre resoluciones de los jueces y eventuales apelaciones. Un mes sí y otro no se citan y se difieren audiencias porque no llegan a inconformarse las supuestas víctimas.

O porque cambiaron de domicilio o se fueron de indocumentados o están en prisión.

Han sido citatorios físicamente incumplibles por la dispersión geográfica de los dizque agraviados, por sus cambios de domicilio y ocupación, como los ex policías municipales borrachos que jugaban carreritas con sus patrullas y disparaban en medio de la población, en las orillas de Olinalá. Los comunitarios los encarcelaron.

Llegó la policía estatal a negociar su libertad y se les devolvieron las armas de cargo; hay papeles firmados de la entrega, pero a Nestora la acusaron de privación ilegal de la libertad y robo. Ella estaba presa cuando esta nueva imputación entre tres que se reservó el Estado con tal de mantenerla tras las rejas.

No habrá audiencia en junio. Y para la de julio es probable que Nestora ya sea senadora. Hoy es inocente jurídicamente. Lo seguirá siendo entonces. El candidato que la atacó no buscaba encerrarla y tampoco justicia. Fue un ardid que el tiempo le revirtió.