Meade en la imaginación

 

Obvian sus 20 años de servicio público y se le divorcia de toda medida


Asombra el incontable número de simpatizantes del candidato (ya lo es, sin disimulos) presidencial autónomo, apoyado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Meade, coinciden en su pureza familiar, profesional y personal.

Obvian sus 20 años de servicio público y se le divorcia de toda medida, de toda decisión asumida por los gobiernos a los que sirvió. Antes, al Partido Acción Nacional, hoy al PRI, mejor dicho, al partido de los “Itamitas” liderado por el aprendiz de canciller, Luis Videgaray.

Se desataron todos los tuiteros y los “feisbuqueros” nacionales para coincidir en que el señor tiene virtudes y ningún defecto. Peligroso el asunto, si consideramos que en su primer pronunciamiento con tintes políticos, lo que señaló es que hay que aprovechar lo positivo y corregir lo que esté mal.

Anunció que no habrá una sola línea fuera del guion en uso, para alegría de los pejes que podrán decir, sin temor a difamación o equívoco, que será más de lo mismo. Y eso no ha sido positivo a nivel piso. La macroeconomía, aseguran, va de maravilla. Pero no aterriza y el número de mexicanos en total pobreza ya va en 53 millones.

No todo mundo utiliza el “vidrito” color de rosa. Encuentro un acertadísimo apunte del maestro universitario y veterano lobo de las redacciones en los principales diarios de México, Armando Rojas Arévalo; resume las actividades y posibles responsabilidades o, si quieren, corresponsabilidades de Meade en el desorden y el empobrecimiento nacional.

Aunque no lo menciona así, se colige que al aspirante a mandatario se le pueden colgar milagros, muchos y graves, contra los habitantes de México: En 2006, la deuda pública era de 169 mil millones de dólares, hoy es de 412 mil millones; el año citado la gasolina costaba 6.74 pesos, hoy, 16.76; el gas, 181.46, subió a 390; los pobres sumaban 46 millones, hoy son 53 millones y la inflación estaba sobre 4.05 por ciento y la tenemos actualmente en 6.37 por ciento.

En todas estas decisiones tuvo injerencia José Antonio Meade, a quien se le señala por el aumento en el costo de los carburantes, lo cual ha incidido notoriamente en el alza del costo en la vida y el aumento de pobreza.

Casi como meros espectadores, PAN y PRI le escrituran el Palacio Nacional. Y no es una suposición: Felipe Calderón y una importante ala panista apoyan a Meade, abandonando a Margarita Zavala de Calderón. ¡Qué gachos! ¿No?