Mexicanos piden refugio en EU

 

Familias enteras que huyen de la violencia extrema en sus lugares de origen


Allí donde miles de haitianos desistieron hace meses de su intentona de cruzar hacia territorio de Estados Unidos, en Tijuana, ahora está repleto de guerrerenses y michoacanos en su mayoría, mexicanos que piden refugio al xenófobo gobierno del norte; familias enteras que huyen de la violencia extrema en sus lugares de origen.

Es la tercera oleada de desplazados mexicanos en el reciente medio año quienes, a sabiendas de los duros y prolongados trámites para obtener refugio (37 mil solicitudes fueron rechazadas en 2018), de todos modos se hacinan a la entrada de la garita peatonal El Chaparral y cuentan sus historias a las cámaras y micrófonos de HispanTV, un auténtico rosario de violencia, secuestro, extorsión, robo de jovencitas y amenazas mil en sus comunidades.

La problemática se ha vuelto cotidiana y no merece aún estudios serios y documentados en nuestro país: el desplazamiento de población dejó de ser esa vieja búsqueda del “sueño americano”, del anhelo de conseguir trabajos del otro lado de la frontera norte por ausencia de oportunidades locales, para ser ahora una salida a la insoportable criminalidad empoderada en regiones en las que no hay más autoridad que las de facto, la delincuencial, en santuarios de impunidad que usualmente cuentan con la cobertura de policías y funcionarios locales. Vacíos de poder, sin más.

En el último año de gobierno de Barak Obama (2016) Estados Unidos aceptó 85 mil refugiados de todo el mundo, 15 mil más que en el año precedente. Según promesas al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en 2017 la cifra podría subir hasta los 110 mil. Pero en realidad se quedó en la mitad (menos de 60 mil) y solamente por la frontera de San Diego, California, fueron rechazados el año pasado 31 mil solicitudes de asilo y refugio, según cifras oficiales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

Donald Trump fijó la admisión de refugiados para 2018 en solamente 45 mil, la cifra más baja desde 1980, pero los mexicanos ni siquiera figuran en las expectativas. Hasta 19 mil refugiados llegarán de África (en 2017 fueron 35 mil), de Asia y el Oriente Medio, Trump acordó con el Congreso que sean 17 mil 500, menos de la mitad que el año pasado.

Rescato una de las pocas encuestas que se han realizado sobre el desplazamiento de población. Fue de Parametría y se publicó a finales de 2010. La encuestadora calculó que, para entonces, con la guerra de Felipe Calderón contra el crimen organizado a todo lo que daba, habían sido obligados a dejar sus lugares de origen al menos 1.4 millones de mexicanos. El exdirigente del Partido Acción Nacional, Manuel Espino, calculaba en más de 300 mil los fugitivos de la violencia nada más en Ciudad Juárez.

Preocupa que ese fenómeno, oculto en la estadística oficial, se esté mostrando en toda su crudeza en la frontera de Tijuana con California en estos días. Ya en 2010-2011 se había confirmado que cientos de cuerpos hallados en fosas clandestinas de Tamaulipas pertenecían no sólo a centroamericanos, sino a migrantes mexicanos llegados desde Guanajuato, Michoacán, Veracruz, Puebla, Oaxaca, entre otros estados expulsores de mano de obra en la República.

Antes de construir su muro fronterizo (Trump no consigue los 20 mil millones de dólares que costaría) ahora el republicano anunció que enviará tropas a la frontera. No es solamente un gesto de mala voluntad contra México, sino un endurecimiento real contra los migrantes.