México siempre en marcha

 

Con el tiempo las marchas han degenerado


Se trata de una costumbre de larga data. México marcha cuando festeja, cuando protesta, cuando lamenta y cuando se le inflaman las amígdalas, cosa que sucede con más frecuencia de lo deseado.

Remontémonos a la presidencia de Adolfo López Mateos, cuando marchaban electricistas, ferrocarrileros y médicos que el tan elogiado mandatario enviaba puntualmente a las ergástulas donde los sometían a tratamientos adecuados para quitarles las ganas de reclamar las agresiones cometidas por la administración de ése que hasta la fecha hay quien asegura que ni mexicano era, sino guatemalteco.

Entonces había una izquierda que, como corresponde a su naturaleza, estaba más que pulverizada: el grupo mayoritario eran los marxistas ortodoxos del Partido Comunista, y atrás maoístas, trostkistas y otras facciones. Todas participaban en marchas y protestas; para realizarlas se debía pedir autorización, lo que nunca se hacía por un principio de decencia.

La consecuencia eran corretizas a cargo de granaderos, motociclistas de Tránsito, bomberos y desconocidos que se sumaban a la tarea de apalear protestantes. Era divertido, aunque muchos terminaban encerrados 24 o 48 horas en una delegación de la que salían quizá perdonados.

Con el tiempo las marchas han degenerado. Tras los sucesos de 1968 y del Jueves de Corpus donde murieron jóvenes manifestantes, la conciencia sucia del sistema ató las manos a la represión y a partir de entonces las marchas han sido pretexto para saqueo, robo, agresión y más.

Increíble saber que en un año hubo más de seis mil marchas, considerando que si hubiese una por día, en 365 que tiene el año el número sería el mismo. Eso muestra que en un día puede haber una docena o más de marchas a cargo de sujetos que reciben un estipendio por participar. Y no hablen de necesidad por falta de oportunidades de empleo.

Los mismos que marchan, es fácil demostrarlo, son quienes se alquilan para desalojar familias de viviendas a petición de los casatenientes. Negocio fructífero que ha degenerado en ocupación de inmuebles en disputa legal, o desocupados gracias a la acción de los mencionados porros.

Hay una más reciente forma de manifestar: bajo convocatoria de los propietarios de ciertas organizaciones civiles que protestan por los secuestros, por la impunidad, por la corrupción y han hecho una enorme industria que es financiada con nuestros recursos por un gobierno temeroso hasta de su sombra.

Además de abusivos y deshonestos, se les considera políticamente correctos. ¡Vaya país!

GG