Miedo al miedo

 

“ Ni confrontación, ni sumisión”


“ Ni confrontación, ni sumisión”.

Nuestro Presidente declaró eso antes de enumerar un decálogo de objetivos que el Gobierno de México buscará negociar con Estados Unidos de América, y después de una lluvia de cifras increíbles que aseguraron – una y otra vez– que no debemos pelear con nuestro vecino del norte.

Y es que, ahora Estados Unidos tiene un presidente que ha decidido no contradecir la lógica, sino inventarse una nueva. Él piensa que la parte del pastel que se lleva la actual estructura es peor que aquella que se va a llevar a partir de la agresión infinita que ha iniciado contra nosotros los mexicanos.

En este momento las cifras pertenecen a un orden que ya no existe, es un orden que él mismo ha perturbado, es el orden que le permite ofender de palabra y obra a la representación de nuestro Estado. No soy extremista, nunca he creído que la violencia sirva para algo productivo, es más, siempre he sabido que la violencia es la gran prueba de los débiles.

Pero, ¿cómo vamos a defender la remesas?

En ese sentido, me impresionó lo bien articulado –aunque parcial– que estuvo el discurso del presidente de la Cámara de Senadores, Pablo Escudero. Puesto que él no habló de las desgracias que están por venir, sino de las que ya han venido, y de un programa para atender a nuestros paisanos cuando comience la gran depuración.

Mientras tanto los demás teorizan, y como dijo el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón: “los mexicanos primero”.

¿Eso qué quiere decir desde el punto de vista de la negociación? Tenemos muchas alternativas, pero ¿cómo las vamos a concretar en la nueva geopolítica?

¿Es creíble hacer un movimiento geoestratégico a profundidad jugando a las dos Chinas como lo hace Donald Trump? ¿Es creíble seguir debilitando las posiciones de un país ante una multiplicidad de oportunidades? Porque aquí lo que importa es algo muy sencillo: América primero, y México es América.

Y si hay una parte de América que no nos quiere y que además no escatima para hacernos pagar por todo –incluso porque Dios se alejara tanto de nosotros y como castigo nos pusiera a un lado de ellos– entonces ¿qué les impedirá cobrarnos? Porque Peña Nieto tiene la obligación de resolver nuestros problemas de la manera más rápida y eficaz que sea posible.

El problema es que se ha generado una situación en la que si el próximo 31 de enero, al terminar su reunión con Trump en la Casa Blanca, éste le llega a reiterar que pagará el muro, más allá de negarse en público habremos quemado una vez más al Presidente de la República Mexicana en un camino sin retorno.