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La esposa del exmandatario conforme a su documentación oficial, tiene un adeudo de 15 millones de pesos y ningún recurso futuro para liquidarlo


Josefina Vázquez Mota sabía que no iba a ganar la Presidencia. Era un sueño que nunca se cumpliría pero las posibilidades, desde una perspectiva distinta a la política, eran muchas y enormemente redituables.

Así fue. Tras su derrota la señora desapareció unos pocos meses, radicó según sus cercanos en el país del norte de donde volvió renovada: el color de su piel más claro, la nariz afinada, los pómulos menos marcados y sin un pliegue de los que deja en forma natural la edad.

Tranquila, con la paz que da la seguridad familiar especialmente la personal, Josefina se quitó tranquilamente dos décadas de encima.

No es para menos: como resultado de su derrota aceptada recibió más de mil millones de pesos para aplicarlos en un programa para amparar a mexicanos expulsados de Estados Unidos.

Conocimos el nombre de la organización que habría encabezado Josefina en el norte. Pero nunca sobre el tesoro recibido ni cómo lo aplicó. Las autoridades no sintieron obligación para pedir cuentas sobre un dinero propiedad del pueblo. Ése aguanta todo.

Sabida esta historia en el ambiente político y en particular entre panistas, Margarita Zavala de Calderón está repitiendo la historia en espera de la munificencia del sistema peñista.

La esposa del exmandatario conforme a su documentación oficial, tiene un adeudo de 15 millones de pesos y ningún recurso futuro para liquidarlo.

Este adeudo es con extraños proveedores de servicios para su campaña. Ejemplo: un importador de salsas y otras delicias gourmet asiáticas, por publicidad y manejo de redes.

Con este negocio hay el mayor adeudo. Hay otros a los que ni siquiera se entiende por qué se les dio participación.

Aparentemente se trató de asuntos de familia. Algo así como la Guardería ABC.

Cierto, la señora de Calderón regresó casi tres millones de pesos que le asignó el Instituto Electoral. La cuestión ahora es cómo responderá a los empresarios que la respaldaron económicamente. O fueron aportaciones a fondo perdido.

La esperanza es, pues, una recuperación como la obtenida por la Vázquez Mora. Quizá hasta con un overhaul personal. Y mientras su gente se pronuncia por Meade, ella deshoja la margarita y espera el momento adecuado para dar el salto.

El otro independiente que recorre el país, don “Bronco”, nada tonto negocia en lo oscurito, pero aún no sabe con quién. No importa, no lleva prisa; es un hombre de negocios y sabe que en este terreno no es la inmediatez sino el rendimiento final lo que importa.