Nombres, necesitamos nombres

 

Una vez más la ASF hace públicos datos sobre el caso Odebrecht


Y una vez más sin sorpresa alguna, reiterando lo que todos llegamos a suponer o a insinuar en algún momento, se vuelve a confirmar.

La corrupción existe, en otras ocasiones también existió y lo que es peor, si no hacemos nada seguirá existiendo.

La Auditoría Superior de la Federación (ASF) es un tigre de papel. Es un ente muy importante que denuncia excesos, desviaciones y corrupciones, algo que si se hiciera a tiempo y si la instancia tuviera dientes, es decir, si pudiera ejecutar las conclusiones que alcanza, muchos crímenes no se habrían cometido y el imperio de la impunidad de los gobernadores no nos tendría como nos tiene actualmente.

Ahora, una vez más la ASF hace públicos datos sobre el caso Odebrecht en México, los mismos que hemos estado esperando desde la dimisión del exprocurador Raúl Cervantes y de los cuales aún nos deben el expediente terminado. Pero sobre todo lo que ha quedado pendiente es que nos pongan claramente sobre la mesa quién, cuánto, cómo y por qué cobró de la red de corrupción multinacional que ha gestado esa compañía brasileña.

Lo que la ASF nos cuenta en esta ocasión es que detectó que Pemex efectuó un exceso de pago a Odebrecht equivalente a 61 por ciento más de lo que se había acordado en un contrato relacionado con una refinería en Tula.

Desafortunadamente este tipo de desviaciones de recursos ya son tan comunes en la historia de nuestras obras públicas, que me temo que esta situación no producirá grandes cambios.

¿Acaso esa fue la compensación por el soborno? Porque si es así, ¿quién la hizo? ¿Cuánto cobró? ¿A dónde se fue ese dinero? El cáncer de la corrupción que corroe y destruye la confianza pública del país no puede seguir acumulando zonas de oscuridad o interpretaciones comunes en las que al final todos somos corruptos.

Y es que, podemos serlo pero hasta en eso hay grados y es necesario resolverlos en su totalidad. Pero sobre todo es suicida dirigirnos a otras elecciones presidenciales con la certeza de que la corrupción en nuestro país no cambia y lo que es peor, parece que nunca cambiará.

Ahora no se trata de hacer ejecuciones públicas, se trata de hacer justicia e incluso limpiar nombres de aquellos que probablemente están siendo involucrados injustamente por la sombra de la sospecha.

Pero lo que ya no podemos hacer es seguir acumulando semanas, meses, cifras e información sin saber el nombre del padre de la criatura, porque desafortunadamente el género y el color ya lo conocemos: pertenece al género de la corrupción y su color es interno, mostrando la parte más oscura del alma de los seres humanos.

@antonio_navalon