Periodistas… a volar

 

Posiblemente los más agradecidos por el avión que ni Trump tiene, son los reporteros de la fuente de Presidencia


Posiblemente los más agradecidos por el avión que ni Trump tiene, como antes no lo tuvo Obama, son los reporteros de la fuente de Presidencia.

La aeronave de doble remolque, así de inmensa es, la compró el presidente Felipe Calderón Hinojosa, que con el aparatito dejó endeudado al país, aseguran, por más de 7 mil millones de pesos. Durante cinco décadas, justo es decirlo, se pagará en abonos chiquitos.

A partir de que se empezó a usar este aparato, los periodistas viajan a la cola del mandatario que, en la más cara tradición nacional, lleva consigo a la familia, casi todo lo que llaman “su gabinete”, algunos cuates y los reporteros acreditados en tan acreditada fuente informativa.

Viajé como reportero en comitivas presidenciales. Conocí medio mundo, por lo menos aeropuertos y salas de prensa donde nuestro mandatario tenía actividades oficiales. Sólo por afortunadas circunstancias pude ver museos y sitios históricos.

Con la advertencia de que eran visualizaciones por encima, a velocidad de visitantes ilustres.

Teníamos nuestro propio avión que se dividía en asientos con mesa intermedia en la parte delantera, una cocineta con bodega donde se acumulaban botellas de toda suerte de bebidas espirituosas y atrás lo que conocíamos como el “infelizaje”.

Conformaban ese abigarrado grupo camarógrafos, fotógrafos, reporteros de medios de poca circulación, Estado Mayor, sobrecargos y los amigos de alguien, colados sin objeto ni propósito.

Existía un trato diferente a los de adelante y a los de atrás. De tal suerte que se registraban indecencias, como la protagonizada por un jovencito conocido como “El Fedayín”, reportero de Canal 13 y, por ende, consentido de las altas esferas.

El sujeto desvergonzado, sin que valieran reclamaciones, metió en el pasillo trasero, junto a la cocineta, un órgano eléctrico que ocupaba el ancho entre asientos de la derecha y los de la izquierda.

A raíz del incidente que clausuró la posibilidad de atender al “infelizaje”, las comitivas al exterior se acompañaban con un viejo DC-6 conocido como “Pancho Fayucas”, que se mantenía en vuelo permanente entre nuestro destino y la Ciudad de México.

Acarreaba toda suerte de compras que, cortesía castrense, eran entregadas en los domicilios particulares de los dueños del estraperlo.

“Pancho Fayucas” murió con toda su tripulación, luego de pasar un overall o revisión general en Texas. Quiso volar en medio de una tormenta de nieve a la que no estaba acostumbrado.

Fue dolorosa la muerte de los tripulantes, a los que conocíamos, pero igualmente nos acongojó la desaparición del heroico avioncito.