Petróleo salvador

 

Ese energético sirvió un poco para financiar nuestro bienestar


Desde Lázaro Cárdenas, desde que la dignidad fue restituida, desde que el mundo se dirigía a la Segunda Guerra Mundial y Franklin Delano Roosevelt estimó que era mejor tener la puerta trasera en paz que desencadenar una batalla, y desde que “El Tata” aprovechó esa situación con una visión genial para nacionalizar el llamado oro negro, la historia de nuestro país es el petróleo salvador.

En ese sentido, me resulta asombroso que pese a la caída –casi destrucción– de la aportación de Petróleos Mexicanos (Pemex) al presupuesto nacional, el comportamiento de la sociedad, de la economía y del gobierno, ha sido, en mi opinión, mucho más que aceptable.

Pero ahora estamos al final del sexenio. Ahora no basta con tener buenas intenciones o las mejores reformas de los últimos años. Ahora tal parece que no podíamos terminar con un gobierno fracasado, porque de pronto los dioses y la providencia nos vuelven a regalar petróleo.

Muchas veces, el petróleo puede ser una maldición, si no, que se lo pregunten a Venezuela y a los venezolanos. Y en nuestro caso, ese energético sirvió un poco para financiar nuestro bienestar y en mucho para llenar las arcas de personas indebidas y ser la principal granja donde el virus de la corrupción se desarrollara.

Aunque es verdad que si Pemex es más rica, México también. Y en ese contexto, ya veremos cuánto tiempo, con qué calidad y quién explota finalmente el yacimiento salvador descubierto en Veracruz que ahora se aparece en la recta final.

Pero honor a quien honor merece, porque creo que el manejo de la crisis del petróleo y administrar los restos del naufragio de Pemex se ha realizado con dignidad y con eficiencia profesional, y en ese sentido, el actual director de la empresa productiva del Estado merece todo el reconocimiento a una labor bien hecha.

Es más, pase lo que pase en el incierto futuro político, es evidente que hay un equipo que se entiende bien, que trabaja bien y que hace aportaciones importantes al gobierno del país, y en él están tanto Meade como González Anaya, director de Pemex y Mikel Arriola, director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), sólo por mencionar a algunos.

Ahora falta resolver la letra pequeña. ¿De quién es el petróleo? ¿Cuándo se realizará la explotación? ¿Qué nos dará? ¿Llegará a tiempo para el presidente que sustituirá a Peña el 1° de diciembre del 2018?

O sólo servirá para que aquel que sea en menos de dos o tres semanas el nuevo director de la empresa productiva del Estado pueda evitar que la caída de la compañía y la destrucción de la misma no sea vergonzosa, en lugar de procurar que la transformación del Pemex faraónico imperial al Pemex posible se haga de manera ordenada, con transparencia y limpieza, y con la menor corrupción que se pueda.

@antonio_navalon