El PRD cambia o desaparecerá

 

Aún están a tiempo de corregir el rumbo


Los líderes perredistas y su militancia cayeron en la trampa otra vez: después de la derrota electoral, buscan presidente y secretario general, sin saber a dónde van.

¿Cómo que un afiliado a un partido no sabe a dónde va, si lo que importa es ganar votos, y así el poder, y por ende el manejo de la chequera? Claro, esa es la visión cortoplacista; esa es la misión de la mayoría de los amarillos que hoy hacen grilla barata para colar a uno de los suyos, para que les aviente un lazo, ya encumbrado en una posición directiva.

Recordemos que nacieron como una gran coalición de diversas organizaciones de izquierda (Partido Mexicano Socialista, Partido Socialista Unificado de México, Partido Mexicano de los Trabajadores, Partido Patriótico Revolucionario, Movimiento Revolucionario del Pueblo, Unión de la Izquierda Comunista y Partido Socialista de los Trabajadores) después de un rompimiento con el PRI; aquella corriente crítica recibió la simpatía de millones de mexicanos que exigían un cambio urgente.

Pero hoy, aliados al Gobierno Federal, pareciera que se olvidaron de la defensa y promoción de la paz; el reparto más igualitario de la riqueza; la ampliación, promoción y defensa de los derechos fundamentales; la defensa de la democracia; la horizontalidad y transparencia en el ejercicio del poder; la laicidad del Estado; la soberanía de la Nación sobre los bienes y recursos estratégicos; el control legal del poder económico y el impulso de modelos de propiedad de los medios de producción y el comercio justo.

Y es que los dueños del partido insistieron en que eran la izquierda moderna, la izquierda que no marcha ni se manifiesta en las calles, sino propone; la izquierda de avanzada que negocia y discute en la mesa: pero se les pasó la mano. Tanto, que de unos años para acá, no se puede distinguir a un militante perredista de un panista o priista. Son iguales a los verdes o a los nuevo-aliancistas. Hoy son una serie de grupos y tribus defendiendo sus privilegios; su voracidad es mayúscula, y las organizaciones sociales, en particular los sindicatos, ya no los ven como aliados, sino como enemigos.

Aún están a tiempo de corregir el rumbo, si no pasarán a la historia como un partido satélite. Sí, un partido sobornado al servicio del poder en turno, que pudo ser el detonante del cambio real, pero fue “maiceado” en el camino.

Es decir, cambia el PRD o desaparecerá.

@GustavoRenteria

www.GustavoRenteria.mx