Qué poca m…

 

Estamos ante la generación de políticos mexicanos más detestables de la historia


Cada día me convenzo que estamos ante la generación de políticos mexicanos más detestables de la historia. En la evolución de este México tan nuestro se registran lo mismo actos de heroicidad que actos de traición, aunque también me parece injusto tildar de traicioneros a quienes decidieron mantener sus principios, contrarios al del bando opositor, hasta la muerte. Para expresarlo de la mejor forma, no creo que Miguel Miramón haya sido un traidor a la patria, porque murió fusilado por sus ideales, y no por haber traicionado a los mexicanos.

Los epítetos de traidores a la patria fueron utilizados para denigrar la memoria de hombres que, pese a morir por mantener esos principios en los que creían, había que etiquetarlos para que sirvieran de escarnio a quienes se atrevieran a emular sus hechos. Así se nos llenó la historia de traidores a la patria que en realidad fueron hombres y mujeres de principios, que incluso enfrentaron con valentía sus últimos momentos. Fueron seres cuyos principios estaban muy por encima de las ambiciones personales.

Lo peor que le puede suceder a una sociedad es el abandono de los principios éticos y morales, y la pérdida de la decencia en quienes presuntamente asumen el papel de guías, y que al final de todo terminan cediendo no tan sólo a los devaneos de las ambiciones, sino a la irresponsabilidad de someterse a la decencia y a la honorabilidad. Hace mucho tiempo que los mexicanos debimos hacer leyes más severas para castigar esa indecencia de los hombres y las mujeres públicos, pero hemos fallado al elegir a los peores.

Con apenas 64 votos de legisladores del Partido Revolucionario Institucional, del Verde Ecologista de México, y de algunos elementos rebeldes del Partido Acción Nacional, el Senado de la República aprobó las reservas propuestas por el legislador independiente Manuel Cárdenas, que permitirán que algunos militantes en activo, o a los propios dirigentes de partido, ser elegidos como el próximo fiscal electoral.

Con esta decisión que ya fue votada en la tribuna más alta del país, los conflictos de interés serán recurrentes en los siguientes años y las elecciones en cada uno de los tres órdenes de gobierno. Hasta ahora los tricolores han venido intentando resarcir su maltrecho prestigio, pero con este tipo de decisiones no veo la forma en que puedan detener a Andrés Manuel López Obrador, que hasta ahora viene capitalizando el encono acumulado por los excesos cometidos en el ejercicio del poder.

Para decirlo de otra forma, entre la mendicidad de los tricolores y la división que traen encima los panistas, lo único que van a lograr es que el tabasqueño se alce con la victoria el año venidero, y lo peor de todo, es que no han valorado con suficiencia la posibilidad de desaparecer como partido porque sus propios militantes no tendrán otro camino más que sumarse a las prácticas populistas de quien será el nuevo dueño de este México tan lastimado por su carroñera clase política. Claro está que en este calificativo también incluyo a quien por ahora se vislumbra como el ganador de la elección venidera. Pobre México, pobres mexicanos. Al tiempo.

[email protected]