Nuevo paradigma

 

Debe revisarse, para adecuarla, la legislación electoral


La realidad está indicando a gritos un cambio de paradigma, pero la clase gobernante parece no entenderlo.

Son muchos los avisos: las elecciones del pasado 5 de junio, la apropiación de espacios fundamentales por parte de la sociedad civil, el imparable avance de las redes sociales, pesadilla de funcionarios ignorantes sobre cómo contender con ellas, la pérdida acelerada de presencia de la mayoría de los partidos políticos, la inocultable irritación ante abusos con cargo al presupuesto. Nunca antes la sociedad tuvo tanta información obtenida por sí misma. Hoy prácticamente no existen zonas vedadas.

De pronto se hacen públicos, con profusión de detalles y datos, asuntos truculentos guardados celosamente por sus actores y vueltos en un instante de dominio universal.

La clase política, y también la privada, no saben cómo responder a esto. Niegan como primera reacción, admiten parcialmente cuando empiezan a perderse, y se derrumban al llegar al límite.

Hay muchos ejemplos. Varios de los próximos cambios de gobierno son buen terreno de análisis, especialmente Veracruz, donde el gobernador saliente y el entrante están enfrascados en una guerra de lodo en la cual perderán ambos. Ninguno supo entender el cambio de signo, el hartazgo social, la ira acumulada. Su única reacción ha sido negar sin probar, apelando al clásico “son mentiras sin fundamento”, cuando los tiempos exigen aportar elementos de certeza suficiente, ya no basta la palabra.

El amor es eterno mientras dura, dice una frase de un poema del inmenso Vinicius de Moraes, y en el alma ciudadana ya se acabó. Es indispensable entenderlo, para tomar desde ahora las medidas necesarias de preparación del proceso electoral de 2018. Ninguno de los anteriores servirá de referencia. Debe revisarse, para adecuarla, la legislación electoral. Financiamiento, fiscalización estricta, probidad de candidatos, apenas queda tiempo, el paradigma es otro.

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