La represión como muestra de debilidad

 

Los maestros suman cada día más simpatizantes


Muchos crímenes se han cometido en nombre de la libertad y del “bien común”. En el conflicto magisterial suenan tambores de guerra. Los preparativos de los involucrados se apresuran.

Parece ser que el gobierno no advierte que la violencia o la represión –por donde quiera que se le vea– es un mal negocio. Se olvida que ésta sólo es el resultado del fracaso de la negociación y el diálogo. Es una muestra de debilidad y de la imposibilidad de llevar a buen puerto el conflicto.

Se han realizado mediáticamente las acciones necesarias para legitimar la represión. El discurso se ha aderezado con frases huecas sobre la defensa del Estado como “garante de libertades y derechos”. Y digo huecas, ante la falta de congruencia en muchos casos en donde la estrategia dominante ha sido la omisión y la impunidad y, en el extremo, la complicidad.

Por otro lado, los maestros suman cada día más simpatizantes y nuevas muestras de apoyo. Si a ello se agrega el descontento y la movilización de otros sectores sociales, las consecuencias serán graves para el país.

¿A quién le conviene mostrar un gobierno débil y titubeante? ¿Quién se beneficia ante la postura de un gobierno incapaz de gobernar? No lo sé. Lo cierto es que el descontento social crecerá cada vez más si no se establece una estrategia contraria a la mostrada hasta hoy.

Cómo mejorar la economía, la educación, la cultura, el desarrollo social y regional son, entre miles, algunos de los temas en los que debería estar enfrascado el país. En encontrar mejores formas de solución y no estar en medio de discusiones vanas como resultado de la obcecación de unos y la rebeldía de otros. ¡Para ello nunca se agotará el tiempo!

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