Semana dorada para el terrorismo, tanto convencional como de Estado

 

Crecerá la probabilidad de que se presenten atentados terroristas en occidente


Apenas la semana pasada el presidente de Siria Bashar al Assad se congratulaba de que por fin y después de tres años de lucha, las tropas de su régimen, ayudadas por Rusia y por Irán, habían logrado consolidar la reconquista de la estratégica ciudad siria de Alepo. La recuperación de esta ciudad por parte del régimen de Damasco, lograda por lo demás echando mano de los métodos más sanguinarios imaginables, implicó para los enemigos del tirano sirio una derrota militar factual y simbólico-imaginaria de dimensiones casi definitivas. Dentro de esos enemigos se encuentran desde luego los rebeldes liberales pro-occidentales del Ejército Libre de Siria, pero también los milicianos yihadistas del autodenominado Estado Islámico y de otras organizaciones extremistas islámicas.

En este sentido creo que no es coincidencia que justamente una semana después de la materialización de la victoria del régimen alauita sirio sobre la resistencia rebelde se hayan presentado sendos atentados terroristas en Alemania, Turquía y Jordania. Más allá de que en cada uno de estos atentados la capacidad organizativa o la autoría misma del Estado Islámico puedan entrar en tela de juicio, lo cierto es que en la misma medida en la que IE o DAESH (por sus siglas en árabe), pierdan territorio o fuerza frente al régimen de Al Assad, es decir, en la misma medida en la que el régimen de Al Assad se fortalezca frente a las posiciones de sus enemigos, en esa medida crecerá la probabilidad de que se presenten atentados terroristas en occidente. En esta oportunidad, con el asesinato del embajador ruso en Turquía, con el atentado en el mercado navideño de Berlín y con los casi diez muertos en Jordania, este axioma se cumplió.

Esperemos que en el futuro la eficacia de los servicios de seguridad occidentales logren que un debilitamiento militar del EI no implique necesariamente más atentados terroristas.