Sin memoria

 

La clave de los pueblos está en olvidar


La clave de los pueblos está en olvidar. Y es que, si no se limpiaran las heridas del pasado, si todos viviéramos pendientes de lo que nunca conseguimos digerir, sencillamente no sería posible la vida.

El problema es que ahora no por nosotros, no por nuestras leyes – maravillosas todas ellas y hechas para no ser cumplidas– y tampoco por nuestra desidia, ya llevamos gastados millones y millones de pesos en entrenar policías que para lo único que sirven es para que día con día trabajen mejor para los malos.

Pero también en el rubro de la educación hemos inventado una y otra vez miles de iniciativas teóricamente plausibles, y aunque creo que la reforma es buena y ojalá se consolide, la verdad es que llevamos muchos años gastándonos el dinero en proyectos como Enciclomedia o como las tabletas que repartió el primer secretario de Educación de Peña Nieto, Emilio Chuayffet.

La mala noticia es que ni con todos esos esfuerzos hemos dejado de ser el país del “casi”. Casi llegamos, casi aprendemos, casi acabamos con la delincuencia, casi terminamos con la corrupción, casi acabamos con la impunidad.

Es bueno recordar que ahora que todos los políticos se comportan como si pertenecieran a la generación de Adán, es decir, a la primera generación de políticos de la historia, hay, por ejemplo, algunos candidatos que pretenden perfilarse como los nuevos líderes de la Ciudad de México, olvidando que ya llevan una larga trayectoria de servicio público en la ciudad bajo las órdenes de Andrés Manuel López Obrador.

El caso más visible por su obra, por el segundo piso del Periférico, es el de Claudia Sheinbaum. La delegada de Tlalpan tiene que saber que ella junto con Marcelo Ebrard y con todos los que estuvieron con López Obrador son los que sentaron las bases de la estructura de esta ciudad.

Lo malo de Sheinbaum es que haga lo que haga ella sólo será lo que le diga Andrés Manuel. Y la gran pregunta con el líder de Morena es si además de honradez sumará competencia y con ella abonará algo que aún no ha demostrado, me refiero a su capacidad de modernización y adaptación.

La cerrazón y la radicalidad política ganan, pero realmente la experiencia del progreso está siendo establecida en la capacidad de sumar y no de excomulgar.

Tal vez Ricardo Monreal sea demasiado político, pero tal vez la cerrazón sin ningún cuestionamiento que quiere Andrés Manuel sea lo peor que le puede pasar a la ciudad.

Somos la ciudad del “casi” con el país del “casi” y para una vez que soñamos que podíamos ser como Nueva York o como París, una maldita Línea 12 volvió a estrangular nuestros sueños entre corrupción e impunidad.

@antonio_navalon