Sin temor

 

Del Duarte de Veracruz se hizo una cuestión nacional


Visto desde afuera y desde adentro cuando uno observa los procesos tan graves por los que atraviesa el mundo en este momento, uno sigue dando gracias por haber nacido en un país como el nuestro.

Ahora hay un Duarte en la cárcel pasando a la contraofensiva en huelga de hambre y denunciando a su sucesor como autor de los mismos crímenes que a él se le imputan.

Pero también hay otro Duarte, el de Chihuahua, evanescente y desaparecido.

Hubo una orden de aprehensión en su contra pero se suspendió, ahora suponemos que hay otra, pero la verdad es que sigue prófugo y lo que es más importante, ha desaparecido del magma de las noticias o del interés nacional.

Del Duarte de Veracruz se hizo una cuestión nacional el hecho de encontrarlo, traerlo y juzgarlo. Del otro Duarte hizo Javier Corral una cuestión estatal, aunque al principio parecía que también era una situación nacional pero poco a poco se ha ido diluyendo.

Por otro lado está Odebrecht.

Odebrecht sí, Odebrecht no. De toda la información de ese caso y de la declaración de Lozoya, lo que más llama la atención es la fecha de los sobornos.

Y es que, en el 2012 hasta el 1 de diciembre, ni Lozoya estaba en Pemex, ni Peña Nieto en Los Pinos, y no era nada más que la posibilidad de una transición.

¿O acaso los de Odebrecht aparte de corruptores también eran adivinos y tenían tales garantías que les podían permitir el lujo de hacer una inversión a futuro con la certeza de que no la perderían?

Pero lo que más me sorprende es que si uno observa por encima de estos elementos de distracción, es un hecho que nadie ha olvidado que estamos en el año de Hidalgo.

Porque si bien son muchas y muy escandalosas las barbaridades que estamos asumiendo, son más las que están pasando mientras nos hacemos la promesa diaria de que ahora sí dejaremos de ser corruptos.

Tenemos una clase dirigente sin temor, que además ha entendido que es tan grave todo lo que puede pasar que seguramente no pasará nada.

Eso es un grave error, incluido el Jordán del perdón que ofrece el candidato López Obrador. Porque al final él como cualquier candidato cuanto más cerca está del pueblo, vulnera más la tabla de la indignación popular y puede provocar que todo estalle.

La presión será fuerte, muy fuerte. Y no es posible ignorar que eso tendrá unas consecuencias que tal vez no se puedan controlar.

Seguro usted está cansado de mi pesimismo y la verdad es que yo también.

Pero al mismo tiempo cuando veo lo que está pasando en el año de Hidalgo y nadie se preocupa, me pregunto si el problema es mío porque no lo he entendido, o es de los demás porque cuando lo entiendan ya será demasiado tarde.