Soldados gringos, como Juan por su casa

 

Los superhombres de la Marina son enviados a varios choques contra los narcos


Primera señal: a su retorno al país, se informó que un grupo numeroso de marinos había sido enviado a capacitación a Estados Unidos, para técnicas de rescate de rehenes y abatimiento de grupos armados.

Segunda señal: la persecución de Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas”, localizado en Tepoztlán, fugado y luego asesinado en un departamento de colonia lujosa en Cuernavaca.

Tercera señal: el delincuente muerto tenía el cuerpo cubierto con dólares; fue fotografiado y circulada la gráfica por todos los medios posibles. Técnica propagandística usual en el norte.

Cuarta señal: el ataque al “Barbas”, fue a cargo del grupo de élite de la Marina. No dejó vivo para testimonio ni siquiera al gato. Murieron vecinos cuyos nombres no se conocieron.

Quinta señal: los alrededores bloqueados por el Ejército que hizo tareas de policía esquinero, mientras hombres que se comunicaban en inglés, dirigían la operación. “Contratistas” gringos… o mercenarios, en palabras llanas.

Sexta señal: entre Cuernavaca y el DF está Tres Marías, desviación a las Lagunas de Zempoala, donde hay un campo de entrenamiento para la Marina, dirigido y supervisado por gringos.

Agentes federales detectan un vehículo tripulado por hombres con armas largas. Lo persiguen, lo detienen, pero resultan intocables, son diplomáticos. Queda en oscuridad su labor.

Séptima señal: los superhombres de la Marina son enviados a varios choques contra los narcos. Para mostrar su eficacia arrasan con los sitios donde son comisionados. Según organismos civiles, su efectividad es 85 por ciento, mientras el Ejército alcanza 70 por ciento.

Octava señal: en Tepic, en colonia elegante atrás de dos concesionarias de autos de Toño Echevarría, el exgobernador, hicimos un recorrido turístico.

Mostrando las altísimas bardas con discretas casetas, nuestro guía nos dice los nombres de los dueños de las residencias, ocupadas por sus familias. Narcos, según esto. Hasta esta semana, hubo paz. No querían líos cerca de sus familias. No los molestaba la autoridad, ellos no molestaban a las autoridades. Pax narca.

La policía uniformada gringa que detuvo al “Chapo”, fue ascendida a detective de primera; publicaron información, foto de la premiada e historia de la captura en México.

Fin de fiesta: Donald Trump vociferó, difamó a nuestros soldados y marinos, los llamó cobardes y ofreció contratistas para pacificar México. El Gobierno en vivo, a todo color y con profusión de luces de balas trazadoras, mostró al mundo que vamos “en serio” por los traficantes de la muerte.

Trump no ofreció armas porque esas las vende a los narcos… business are business.