Tema migrante

 

Donald Trump no sabe o no quiere darse cuenta que alrededor de 10 por ciento de la economía de su país es sostenida por los migrantes mexicanos


La economía estadounidense tiene un componente importante llamado “mano de obra mexicana”. Al parecer el presidente Donald Trump no sabe o no quiere darse cuenta que alrededor de 10 por ciento de la economía de su país es sostenida por los migrantes mexicanos.

La mano de obra migrante significa una contribución invaluable para la economía de Estados Unidos en la producción, consumo, pago de impuestos y, sobre todo, en la satisfacción de la demanda laboral.

De acuerdo con los estudios de las instituciones financieras globales, en la última década entre los migrantes varones de origen mexicano la menor diferencia salarial es con los trabajadores de origen centroamericano, quienes en promedio ganan 1.2 veces más que los mexicanos; los sudamericanos ganan 1.5 veces más, los africanos 40 por ciento y los asiáticos perciben el doble que el promedio mexicano.

Los migrantes mexicanos en Estados Unidos ganan menos que los ciudadanos de otras nacionalidades. A pesar de constituir la comunidad de migrantes más numerosa del mundo. Este asunto como una cuestión de interés de unos cuantos es no tener en cuenta que la migración global es uno de sus puntos más álgidos. En las últimas décadas, las poblaciones sudamericanas se movilizan en el marco de procesos migratorios internacionales motivados por factores económicos, laborales, sociales, culturales y políticos. Sin embargo, la movilidad de las personas es más recurrente de lo que se espera.

En el mundo contemporáneo, y especialmente en la fase de la llamada globalización, resulta contrastante y contradictorio que se hayan impulsado procesos de integración económica cuyos principales ejes sean los acuerdos para el levantamiento de barreras a la movilidad de bienes y capitales. Las consideraciones para administrar y regular los desplazamientos de trabajadores a través de fronteras, generalmente se excluyen de las negociaciones y de los acuerdos comerciales. En el mejor de los casos se restringen a determinados flujos que interesan primordialmente a las economías receptoras. Ello es así a pesar de que uno de los principales argumentos en el discurso de la integración comercial es que constituye una vía para la reactivación de las economías de los países en desarrollo, sobre todo mediante la inversión y la generación de empleos, especialmente en las zonas rezagadas y, por lo tanto, un medio efectivo para la contención de las presiones migratorias.