Tiempo de canallas

 

Vivimos una guerra falsa y desigual, llevamos muchos años metidos en ella


Una de las obras más conocidas y más importantes de la dramaturga estadounidense Lilly Hellman, la autora de Una mujer inacabada, Pentimento, La loba, entre otras, y pareja sentimental del escritor Dashiell Hammett, es Tiempo de canallas.

Hellman la escribió justo cuando en otro momento de la historia Estados Unidos temblaba porque McCarthy hacía desde el Senado cosas como las que ahora han querido hacer Steve Bannon y el presidente Donald Trump.

En ese sentido, Andrés Manuel López Obrador hizo recientemente una declaración en la que asegura que “son tiempos de definiciones y no tiempos de canallas”.

Pero esa línea hay que leerla bien, porque el tiempo de canallas es un tiempo en el que desde el Estado se busca consolidar el abuso sobre la vida de las personas a través del miedo, las vergüenzas y los secretos que cada uno tenemos.

Por lo tanto, uno de los factores clave en lo que le puede pasar a México de ahora en adelante es el miedo. Y es que, el cinturón del miedo hace que la gente se vuelva agresiva, se unifique y piense que frente a la angustia de su miedo la única salida es producir la catástrofre de la violencia.

Actualmente somos un país muy violento. Y algún día, en algún lugar, alguien tendrá que pagar por la forma en la que gran parte de nuestras ausencias en materia de políticas sociales y gran parte de nuestro fracaso como sociedad se tuvo que solventar a plomazo limpio entre sicarios.

Vivimos una guerra falsa y desigual, llevamos muchos años metidos en ella, para ser más exactos desde aquel 2010 en el que fue anunciada. Pero lo más importante es que en ese camino hemos perdido la capacidad absoluta de horrorizarnos frente a los crímenes que suceden a nuestro alrededor con nuestros hermanos, con nuestra familia y con todos nosotros.

El miedo es el mejor combustible para el tiempo de los canallas. Y la inteligencia de sumar, aportar y tranquilizar, es el mejor elemento disuasorio frente al fracaso de la violencia.

Por eso no espero una Comisión para la Verdad y la Reconciliación, como pasó en Sudáfrica, porque no quiero preguntar quién podría ser Desmond Tutu –el arzobispo que dirigía esa comisión–, pero sí espero al menos una articulación de las buenas intenciones unificadoras y conciliadoras del dirigente de Morena para que pueda tener una transmisión social y no sólo espiritual.

Twitter @antonio_navalon