Titulus Crucis

 

Titulus Crucis y Elogium, corresponde al letrero que fue colocado en la Cruz de Nuestro Señor con la inscripción “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos”


Roberto O’Farrill Corona

San Juan refiere, en su Evangelio: “Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz.

Lo escrito era: ‘Jesús el Nazareno, el rey de los judíos’. Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrito en hebreo, latín y griego” (19, 19-20).

La reliquia del Título de la Cruz, conocido como Titulus Crucis y Elogium, corresponde al letrero que fue colocado en la Cruz de Nuestro Señor con la inscripción “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos” en las tres lenguas que se hablaban en la provincia romana de Siria: griego, hebreo y latín. La lengua de la cultura y del pensamiento, que se hablaba en tiempos de Jesús, era el griego; la lengua del poder y del dominio político y militar, era el latín; y la lengua del corazón, de las emociones y de la ley de Dios, era el hebreo.

Poncio Pilato quiso expresar su cinismo contra las autoridades judías y vengarse de ellos, pero ignoraba que la mano del Creador estaba sobre la de él para que escribiese este letrero que está ahora ante la historia del mundo y que equivale a una proclamación como rey. Jesús ha sido elevado. La cruz es su trono desde el que atrae al mundo hacia sí. Desde este lugar de la extrema entrega de sí mismo, desde este lugar de un amor verdaderamente divino, el Señor domina como el verdadero rey, domina a su modo; de una manera que ni el pretor romano ni los sanhedritas habían podido entender. Todo esto quiere mostrar el Título de la Cruz.

En su búsqueda de la Cruz en Jerusalén, en las excavaciones ordenadas por santa Elena, se encontró el Título de la Cruz. La madre de Constantino lo dividió en tres partes para dejar una en Jerusalén, otra enviarla a Constantinopla y otra la llevó consigo, al palacio Sessoriano, donde se encuentra actualmente entre las varias reliquias resguardadas en la basílica de la Santa Cruz, en Roma.

Del fragmento en Jerusalén se tienen noticias hasta el año 570. Luego, fue destruido en los saqueos y destrozos perpetrados por los persas durante su invasión en el año 614.

El papa Hilario, entre el año 461 y 468, hizo quitar un fragmento al título para colocarlo en el oratorio de Letrán. El principal está dentro de un relicario de plata, rodeado por una guirnalda de rosas pequeñas, en la basílica de la Santa Cruz y otros en dos iglesias de Roma.