“Todos los Santos vs Halloween”

1º de noviembre Día de Todos los Santos
 

Las almas que hayamos sacado del purgatorio serán amigos en el cielo


Participar del Halloween es riesgoso porque implica un acercamiento al mundo de las tinieblas. Para las sectas satánicas, el año termina la noche del 31 de octubre e inicia el 1 de noviembre. Así, la noche que ha sido llamada Noche de brujas o Halloween tiene en común las reuniones de miembros de sectas satánicas que practican rituales diabólicos en los que se presentan ofrendas a Satanás y a los demonios; rituales que se acompañan de sangre de animales y, a veces, de vidas humanas.

En la noche del 31 de octubre y hasta la madrugada del 1 de noviembre, brujos y satanistas convocan a espíritus malignos mediante canales que abren hacia el infierno para atraerlos a nuestro mundo. Estos demonios esperan con avidez esta noche para infestar casas y lugares, asediar almas y abrirse camino hacia las posesiones diabólicas.

El Príncipe de este mundo, entre sus numerosos disfraces, viste el del Halloween, que le ha permitido inocularse entre los niños mediante atractivos dulces y disfraces para captar su atención; pero estos festejos nada tienen de inocentes porque contienen poderosos elementos malignos.

La Iglesia, conocedora de este mal encubierto, ha colocado la celebración de Todos los Santos el día 1 de noviembre, que inicia con el rezo de Vísperas la tarde del 31 de octubre, y la celebración de “Los fieles difuntos” el 2 de noviembre, para recordar a los difuntos que se hallan en purificación o que gozan de la presencia de Dios en la Gloria.

La festividad de Todos los Santos, que se celebra el día 1 de noviembre, fue instituida por el papa Bonifacio IV el año 609, al consagrar el Pantheon de Roma a la Virgen María y a todos los mártires. Un siglo después, el papa Gregorio III dedicó una de las capillas de la basílica de san Pedro a todos los santos y estableció la fecha del 1 de noviembre para su celebración en Roma. A mediados del siglo IX, el papa Gregorio IV extendió la celebración a la Iglesia Universal.

Esta es la celebración de los amigos de Jesús; hay fiesta en el Cielo y también en la Tierra porque es oportunidad de agradecer al Señor los beneficios y las gracias que ha derramado en personas comunes que, con sus debilidades y con las fortalezas de la Gracia Divina, han alcanzado la victoria sobre el pecado y han obtenido la salvación por los méritos de Cristo.

La celebración de los Fieles Difuntos es ocasión propicia para ganar la Indulgencia Plenaria y obtener la remisión de las culpas, para uno mismo y para quienes nos han precedido en el paso por la muerte. Así, la asistencia a la Santa Misa el 2 de noviembre permite una reconciliación plena con Dios y la posibilidad de sacar del Purgatorio a las almas que todavía se hallan en purificación, sea algún conocido, sea alguna alma que no conocemos, para que salga de allí y goce la visión eterna de Dios.

Las almas que hayamos sacado del purgatorio serán amigos nuestros en el cielo que intercederán ante Dios por nosotros, nos librarán de peligros y nos obtendrán favores y gracias.

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