Tolerancia Cero reloaded

Rudolph Giuliani lo popularizó cuando fue alcalde de Nueva York (1994-2002), y con puño de hierro sometió a la delincuencia y a la corrupción, elevando a la metrópoli en el ranking de la tranquilidad y haciendo de la Tolerancia Cero un hito de la seguridad social.

La base del entramado es simple: castigo severo para cualquier infracción legal sin importar la gravedad de la falta, acelerando al máximo la respuesta judicial. En el intento de disminuir la incidencia delictiva de manera real y efectiva, ciudades de Perú, Argentina, Chile y México pidieron al gurú Giuliani contribuir en el diseño de programas específicos. Se gastaron millones de dólares en la asesoría con resultados disímbolos. Y cuando parecía que la Tolerancia Cero vivía sólo en el fraseo político, el concepto reloaded surge en nuestra región contra los efectos volante-alcohol, de la mano del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes de la Secretaría de Salud y la Asamblea Legislativa.

La iniciativa pretende reducir a 0.0% el tope máximo legal de alcohol por litro de sangre (0.75% gramos para choferes profesionales y 0.38% en conductores ordinarios). En Paraguay y Uruguay la Tolerancia Cero ya es una ley. Argentina, Costa Rica, El Salvador, Perú, Nicaragua y ahora México, entre otras nueve naciones, discuten el tema. Pero, como el león no es komo lo pintan, acá, la tolerancia cero es para la negociación.

Los alegatos se centran en que algunas frutas y medicamentos se convierten en alcohol en el organismo marcando hasta 0.2%; otros tachan la medida de “moralina”, porque la impulsan un diputado evangélico y el partido Alianza Democrática Cristiana. Etcétera, etcétera. Y el impacto a la salud pública y la pérdida de vidas humanas que causan la combinación volante-alcohol son lo que debería ser objetivo central de la propuesta, al final de la lista.

@MarioALeon