Tropas siguen en las calles

 

Los titulares de las secretarías de la Defensa Nacional y de la Marina Armada convencieron a Andrés Manuel López Obrador de que soldados y marinos son indispensables y, por ahora, absolutamente insustituibles en tareas de seguridad pública


Los titulares de las secretarías de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos, y de la Marina Armada, almirante Vidal Soberón, convencieron a Andrés Manuel López Obrador de que soldados y marinos son indispensables y, por ahora, absolutamente insustituibles en tareas de seguridad pública. No hay de otra, no existe alternativa a la vista para regresarlos a los cuarteles; la policía federal no está preparada para sustituir las labores que cumplen hoy las fuerzas armadas, reconoció AMLO.

“Siendo realistas, no se ha podido consolidar a la Policía Federal, no se avanzó.

No quiero hacer (más) cuestionamientos, pero sí tengo que informar con objetividad.

No se podría atender el problema en la actualidad sin utilizar al Ejército y la Marina”, estimó el futuro gobernante. Aunque aclaró que “eso tiene que ser transitorio”, aceptó que Ejército y Marina seguirán en las calles:

“no hay una opción alternativa”.

Espera –es la palabra que usó– que el próximo gobierno cuente con una guardia nacional a mediano o largo plazos para sustituir a las Fuerzas Armadas en labores de seguridad pública.

En esencia, la realidad construida formalmente en diciembre de 2006 por el entonces recién inaugurado sexenio de Felipe Calderón, continuará vigente en diciembre de 2018, porque ya Andrés Manuel se convenció de que “no hay una opción alternativa”.

“Quiero ser lo más claro posible, sincero: si no contamos con apoyo del Ejército y la Marina no podríamos enfrentar el problema de la inseguridad”, hubo de reconocer después de reunirse con el titular de Marina, el viernes, y con el de la Defensa un día antes.

Quién sabe qué diagnóstico tan ominoso, qué panorama dantesco le pintaron los jefes de las Fuerzas Armadas, que Andrés Manuel tuvo qué recular en sus promesas de campaña, una de las cuales era sacar al Ejército de las calles y mejorar la coordinación y profesionalización de las policías a nivel nacional.

Volvió a ofrecer que buscará contar con una Guardia Nacional “a mediano o largo plazos”, pero esperará a tener los primeros resultados en materia de seguridad antes de hacer modificaciones al actual marco legal.

Paradójicamente, 10 días antes su futuro secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, daba por muerto el tema de la Guardia Nacional. “El objetivo era optimizar el aprovechamiento de todos los recursos de todas las instancias vinculadas a la seguridad, pero estimamos modificaciones legales que en este momento no tiene sentido para nosotros impulsar, porque hay otras prioridades. Vamos a garantizar la optimización de recursos a través de la coordinación y dejamos a un lado el tema de la Guardia Nacional”, anunció. En su Proyecto de Nación, el indiscutible ganador de las elecciones planteaba “la pertinencia de crear una Guardia Nacional con el apoyo de los 214 mil 157 soldados y 55 mil 574 marinos que permanecen organizados bajo el mando de oficiales del Ejército y de la Marina en regiones, zonas, batallones y agrupamientos menores”.

¿Se trata de una doble reconsideración de promesas, frente a la “amarga realidad” de la inseguridad y la violencia? El presidente electo reconoce que sería una gran irresponsabilidad de su parte retirar a marinos y soldados de las calles. Dejaría “en estado de indefensión” a los ciudadanos. Y cuidará que las tropas respeten los derechos humanos.

Policías estatales y municipales, me dice la gente, tampoco están cumpliendo con su responsabilidad. Idéntico reproche les hacía Felipe Calderón.