Trump a cien días: México, dependiente, sigue sin entender el ciclo Trump

 

La estrategia de Trump hacia México se resume en tres puntos


A pesar de engaños, distracciones, desprecios, gestos malhumorados y una agenda que no varía, el Gobierno mexicano no sólo parece no entender el juego bilateral de Donald Trump, sino que insiste en mantener la dependencia geopolítica, social, económica y de seguridad nacional de Estados Unidos.

Ante la decisión de no reconstruir el modelo de desarrollo nacional ni ofrecerle a mis migrantes deportados una opción dentro de México, el Gobierno mexicano considera que la lógica liberal derrotará a Trump y que la Casa Blanca regresará al buen camino. Sin embargo, cada día se consolida la certeza de que Trump encabeza una contrarrevolución tradicionalista y puritana, y que está gobernado para la reelección en 2020 en función de su agenda ultraconservadora.

La designación de Luis Videgaray Caso como secretario de Relaciones Exteriores concitó cuando menos tres condiciones que definen el marco de la dependencia mexicana: su formación económica como parte del pensamiento neoliberal del corredor Chicago University-ITAM, sus contactos antes de las elecciones estadounidenses con el yerno Jared Kushner –esposo de la first daughter y superconsentida presidencial Ivanka Trump– y su papel en la consolidación del modelo económico neoliberal diseñado por Carlos Salinas de Gortari.

La estrategia de Trump hacia México se resume en tres puntos concretos: consolidación de una política de seguridad y defensa conjunta en los temas de terrorismo y crimen organizado transnacional, asunción de México como un gran mercado de consumo de productos estadounidenses pero con balanza comercial superavitaria para ellos y disminución significativa de la presencia legal e ilegal de mexicanos en EU para frenar el avance de la mancha café en el territorio estadounidense porque ya la tienen en cuando menos 70 por ciento y hacia finales de siglo podrían rebasar en mayoría a la población blanca-wasp (blanca, anglosajona y protestante).

El Gobierno mexicano y la mayoría de la población mexicana ya se habían acostumbrado a la relación bilateral sin más problemas que el narcotráfico, aunque en el entendido de que el narco mexicano había sido una estructura formal del sistema social estadounidense por el tráfico de la droga que necesitaban los consumidores.

La relación basada en el conflicto histórico del siglo XIX había sido enterrada con la apertura comercial y el Tratado de Libre Comercio en el ciclo 1983-1994.

En el sistema educativo mexicano poco se recuerda del periodo 1836-1914 en que Estados Unidos invadió México y le quitaron –con la complicidad de sectores mexicanos– la mitad del territorio. El tratado enterró definitivamente la historia mexicana y la suplió con las cifras de la balanza comercial.

Trump vino a reforzar una dependencia creciente de México respecto de la seguridad económica, estratégica y política de la Casa Blanca. El racionalismo empresarial de Trump dio por resuelto cualquier conflicto preocupante con México y asumió el voluntarismo mexicano para someterse a las exigencias del nuevo gobierno estadounidense.

Los tres cancilleres del gobierno de Peña Nieto definieron el tono pragmático e histórico de las relaciones bilaterales: el economista neoliberal José Antonio Meade, la sobrina del expresidente Carlos Salinas de Gortari y ahora el economista neoliberal Videgaray Caso.

Así, la continuidad del modelo económico neoliberal articulado por EU ha definido las relaciones desde 1989.

En este sentido, los migrantes deportados son asumidos por México como el costo necesario para tranquilizar a Trump y revisar el tratado en función de la agenda de la Casa Blanca. Nada más.

Política para dummies: La política es la sensibilidad para adivinar dónde están las oportunidades y dónde los fracasos.