Trump y su obligado contorsionismo diplomático

 

Trump y Putin podrían llegar un acuerdo para el desacuerdo


En la gira que actualmente realiza el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por Europa está incluida una reunión bilateral con el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

De ella no hay un escenario resultante que pueda serle beneficioso a Trump o al mundo. Es necesario tener presente que actualmente está teniendo lugar en la Unión Americana una investigación sobre la intervención cibernética que habría cometido Rusia en las elecciones presidenciales de noviembre de 2016 presuntamente destinada a favorecer la candidatura del magnate neoyorquino.

Siendo esta la realidad, para Trump y de cara a la opinión pública estadounidense sería muy poco beneficioso aparecer al lado de Vladimir Putin mostrando una gran cordialidad y camaradería porque eso abonaría a la sospecha de complicidad. Por otra parte, que Donald Trump protagonice una reunión con Putin marcada por la el enfrentamiento, el disenso, la frialdad o la franca hostilidad, no le haría bien ni a la política exterior norteamericana ni a los intereses estratégicos globales del propio Trump.

La elección tendrá por lo tanto que hacerse entre el menor de dos males.

Quizá y de manera privada Trump y Putin lleguen a lo que podríamos llamar un acuerdo para el desacuerdo; es decir, que aunque su relación personal en la realidad sea cercana, de entendimiento e incluso de admiración, al menos de Trump a Putin, de manera pública se muestren como si la discordia fuera el eje en torno al cual girara su relación. Por lo pronto y siguiendo su costumbre de huir hacia adelante, Trump ya aceptó en Polonia la posibilidad de que los rusos hubiesen intervenido en la elección, pero culpó de todo ello a su antecesor Barack Obama. Lo cierto es que la investigación en Estados Unidos está dirigida a determinar si Trump sabía de esta intervención o no y de esta definición dependerá todo.

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