Una oportunidad para meditar

 

Demuestran una vez más que al pueblo sólo lo salva el pueblo


Crece el justificado clamor: retirar inmorales presupuestos para los partidos, suspender indecentes gratificaciones para ministros de la SCJN, delincuenciales percepciones salariales y prestaciones extras de los consejeros del INE, de diputados y senadores y canalizar ese ahorro a paliar la desgracia de quienes perdieron familiares, casa y toda ilusión futura.

Para el recuerdo: en 1985 en el Senado se estableció una red de comunicación vía radio, en la casa de don Víctor Manzanilla Schaffer, mientras los teléfonos de la sala de prensa –de los poquitísimos que funcionaban en la capital– fueron puestos al servicio de quien los requería.

Las voluntarias, esposas de los legisladores, recababan ayuda y la repartían, lo mismo insumos alimenticios que ropa y otros enseres necesarios.

En esta ocasión estamos corroborando la poca importancia que tienen los ciudadanos comunes para la clase política. No hay partido, ni organismo público que aparte de publicar alguna insulsa solidaridad, extienda la mano con auxilio válido para estos momentos de zozobra y dolor.

La petición creciente de retirarles fondos a los partidos es válida, si es que entendemos que el dinero es dinero del pueblo, de sus impuestos y el pueblo es quien está sufriendo las consecuencias del crecimiento urbano desordenado, de la proliferación de monstruosas edificaciones para solaz esparcimiento de los ricachones.

Esos edificios son guettos donde se refugian los que no quieren contaminarse con el proletariado. Y tanto por el amontonamiento de estos edificios como por sus sistemas de construcción, lesionan las partes altas de las aguas subterráneas y aumentan las repercusiones de los temblores.

En los días por venir estaremos saturados de anuncios políticos, carteles, televisión, medios digitales e impresos. Allí los impresentables aspirantes a huesófagos nos harán partícipes de toda suerte de ideas inalcanzables.

Eso costará, y mucho, al erario que deberá cubrir la que los partidos políticos llaman necesidad democrática. Cuando deberían estar conscientes de que la democracia, al menos en México, hace mucho se convirtió en lejano sueño de marihuano. No existe en absoluto.

El gasto partidario resulta absurdo cuando los políticos nos dicen por quiénes debemos votar. Y tan sabios, que saben quiénes nunca llegarán; a esos los enviarán a los consabidos cargos de representación.

Pero nadie quedará sin hueso qué roer…ojalá sea ésta la oportunidad para pensar más en los ciudadanos que en los sinvergüenzas que medran desde los altos cargos nacionales. Soldados, marinos y ciudadanos en general, demuestran una vez más que al pueblo sólo lo salva el pueblo.

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