Vaya jelengue…

 

El diputado Ángel García propuso que los títulos profesionales se revaliden


…El que armó el diputado Ángel García Yáñez, de Morelos, militante del Panal, partido de la maestra Elba Esther Gordillo, y estudiante hasta la preparatoria.

El legislador propuso que los títulos profesionales se revaliden cada seis años.

De inmediato se soltó la jauría de “opinadores” en las redes que criticaron al representante popular por sólo tener bachillerato y pedir revisión de títulos cada seis años. Hay quienes abundaron en exigir que los senadores y el presidente de la República tengan un título y más, que luzcan un doctorado o al menos maestría.

Cabe mencionar que el único mandatario sin título (ayudante de contador) fue Adolfo Ruiz Cortines, autor de una política de austeridad, mejoramiento social y una campaña de moralización “para contrarrestar la corrupción del sexenio anterior”; reformó la Constitución para conceder el derecho de votar a la mujer y modificó la Carta Magna para castigar los monopolios, impidiendo que se abusara de los sectores de menores ingresos.

Sin temor, puede calificarse al gobierno de Ruiz Cortines como el mejor en la etapa republicana. Pero el veracruzano no contaba con glorias académicas, jamás conoció Harvard ni obtuvo reconocimientos intelectuales del exterior.

Desarrolló su experiencia al lado de emblemáticos jefes revolucionarios como Heriberto Jara, recorriendo el país, conociendo a sus habitantes, desde donde se hizo cargo directamente de las necesidades en los sectores marginales de la población.

Como experiencia personal, en diez años que trabajé como jefe de Prensa del Senado, conocí a teóricos de la política, así como a insignes practicantes de esta ciencia.

Los segundos, con mucho, superiores a sus compañeros que en tribuna desarrollaban cualquier tema, pero llevaban una vida sin compromiso, ajena a la esencia de su labor social.

En memorias anteriores, he recordado cuando a un legislador se le pidió de última hora decir lo contrario a lo previsto en su intervención; ahí mismo argumentó: “soy un tribuno, desarrollo el tema que pidan”. Hoy es delegado en el centro de la capital.

El mismo señor, y consta en actas, lanzó virulenta diatriba contra los amarillos quince días antes de renunciar a los tricolores y brincar con sus bártulos en pos de una gubernatura que, claro, ganó al amparo de los mencionados amarillos.

Tenemos gobernando a lo más granado de la academia europea y estadounidense. Los resultados, a la vista: hay a quienes les estorban los títulos para barrer calles y ganarse la vida con decencia, decía mi padre. Tenía razón.

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