¡Viva México!

 

Por estas razones...


Entre otras miles de razones, por éstas: San Blas y el lugar de Jazz de Pon Funes en Nayarit; Holbox, Contoy, Xcalak y Bacalar en Quintana Roo; Paz, Fuentes, Del Paso y López Velarde; El cenote Ik-Kil y los mucbilpollos de Yucatán; la iglesia de San Miguel de Allende; Álamos y la machaca del Motel La Siesta en Sonora; Tijuana y la langosta de Puerto Nuevo; el Zócalo de Saltillo; Jerez y el asado de boda de Zacatecas; las muchachas de los Altos de Jalisco fragantes como viento del sur; Manzanero, Café Tacuba, María Greever y Vicente Garrido; Papantla, Tlacotalpan, los Rápidos, La Antigua y los langostinos de Coatepec; Los Baluartes, Palizada y el pámpano de Campeche; la Dulcería de Celaya, la iglesia de Coyoacán y el cabrito del Correo Español de Tepito en el DF; el Bar que tuvo Roque Carbajo, la escalinata de la Universidad y el Callejón del Beso en Guanajuato; Bernal y su Peña y la Sierra Gorda de Querétaro; la cantina Hussongs y sus clamatos en Ensenada; Pátzcuaro, Santa Clara del Cobre y las carnitas de Quiroga en Michoacán; toda la ciudad de Puebla, los suspiros de monja y Tehuacán; los pantanos de Centla y el pejelagarto asado con tortillas de maíz nuevo en Tabasco; Real del Monte, la Huasteca completita y los huapangueros hidalguenses; Comala y el jugo de tuba en Colima; la devoción de mis abuelas y sus manos prodigiosas para sacar sabores insospechados de los ingredientes más simples; mi maestro don Santiago; Todo Chiapas y el cochito frito de Las Pichanchas; Parral y la quinta Gameros en Chihuahua; la silueta de la monja en la catedral de Durango; Linares y el Piporro en Nuevo León; y, sobre todo, por Benito Juárez. Agregue a estas razones las suyas.

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