Abdicación Temprana

 

Sin lugar a dudas el sexenio encabezado por Enrique Peña Nieto será recordado durante muchos años por la forma en que llegó a la Presidencia de la República, por su protagonismo mediático, por su indudable carisma como Gobernador del Estado de Mexico, por el bono democrático que lo catapultó al estrellato político, por el estilo […]


Sin lugar a dudas el sexenio encabezado por Enrique Peña Nieto será recordado durante muchos años por la forma en que llegó a la Presidencia de la República, por su protagonismo mediático, por su indudable carisma como Gobernador del Estado de Mexico, por el bono democrático que lo catapultó al estrellato político, por el estilo de gobernar, por la singular forma de tomar decisiones, por los excesos de sus principales colaboradores, y por y por haber sido el impulsor del triunfo de Andrés Manuel López Obrador.

El mexiquense fue uno de los mandatarios que mayor expectativas despertó por su trabajo como gobernador de una de las entidades más representativas del priismo nacional, y que por desgracia estuvo a punto de caer en manos del fenómeno electoral en que se convirtió el Movimiento de Regeneración Nacional, quien postuló a una mujer altamente cuestionada como Presidente Municipal en Texcoco, donde dispuso y hurto dinero destinado a las madres solteras, y que ahora será la poderosa depositaria de los recursos federales.

Enrique Peña Nieto ha sido uno de los mandatarios más cercanos a la gente y más lejano a la toma de decisiones porque confío ciegamente en la operatividad y el criterio de sus principales colaboradores, que colocaron por delante sus intereses monetarios antes que los intereses del gobierno al que pertenecieron, dejando de lado a ese interés general al que siempre acudieron en las citas discursivas, para enredarse en los más escandalosos casos de corrupción de la historia reciente.

Pero la atípica lección que catapultó a Andrés Manuel López Obrador ha modificado sustancialmente el mapa electoral del país, y aunque a muchos no les guste tenemos que aceptar que se convirtió en un hecho irrefutable que marcará el antes y el después, porque sin lugar a dudas dará pie a una nueva forma de ejercer el poder y de concebir el ejercicio presupuestal. Para decirlo de forma más precisa, las cosas han cambiado drásticamente y quizá nada vuela a ser como antes.

México necesitaba un cambio, y Andrés Manuel López Obrador se convirtió en ese factor que hasta ahora ha diseñado el rumbo de una nación con más de ciento veinte millones de habitantes, y cuyas consecuencias podrían presentarse en los siguientes años. Hasta ahora los mexicanos hemos conocido solamente el perfil aspiracional de la propuesta de gobierno del Presidente Electo, pero no sabemos todavía en que consistirá esa estrategia que indefectiblemente nos conduciría al primer mundo.

El problema es que hasta en tanto conozcamos a profundidad la estrategia del Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador para llevar a México al paraíso prometido, tendremos que seguir manteniendo nuestras expectativas en la decepción que ha significado el derrumbe del proyecto iniciado hace seis años, y que ahora parece eludir su responsabilidad simplemente porque el triunfo del tabasqueño resultó avasallador. La temprana abdicación del todavía Presidente de la Republica es el principal indicativo de que el Gobierno Federal tendrá un incierto derrotero. Al tiempo. [email protected]